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De aquí al final de la temporada, al Unicaja le quedan muchos partidos como el que ayer sacó adelante ante el Herbalife Gran Canaria ( ... 82-76). Encuentros feos, complejos, densos, con muchos fallos, poco vistosos... Tendrá que adaptarse a estas situaciones para lograr su objetivo mínimo de acabar entre los ocho primeros en esta decepcionante temporada . De momento, el equipo malagueño sí parece haber mejorado en esa cuestión mental para competir en los finales de partido en los que hace un mes y medio se diluía por su falta de consistencia física y mental. Sin hacer un encuentro brillante, contuvo bien a un rival que llegaba con una dinámica excelente y jugadores en gran forma. Lo consiguió con un Bouteille superlativo y la capacidad de Jaime Fernández y Alonso para cerrar el partido. Ganó el Unicaja sin abusar del triple, con una referencia interior cada vez más sólida como es la de Malcolm Thomas, que hizo un doble doble (12 puntos y 10 rebotes) en su segundo partido. Además de la victoria, el regreso de Gal Mekel, recuperado de las secuelas del coronavirus, fue la otra gran noticia del choque. Con el israelí en la rotación, el Unicaja irá a más y ganará en esa madurez que le hará falta.
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La presencia de Alberto Díaz en el quinteto inicial, una vez recuperado de su lesión, fue el factor fundamental para que el Unicaja secase por completo a A. J. Slaughter, posiblemente el jugador más en forma de la Liga y principal referencia ofensiva del Gran Canaria. Con el escolta frenado, el conjunto insular tuvo muchos problemas para atacar a un equipo malagueño que defendía a gran nivel. Dos canastas en ocho minutos fue el pobre bagaje del cuadro amarillo en el arranque del choque. El conjunto malagueño jugaba cómodo creciéndose desde la defensa y buscando con insistencia a Malcolm Thomas, de nuevo protagonista en su segundo partido. Su acierto y los puntos de Bouteille abrieron una importante brecha a los ocho minutos (16-6). Era demasiado bonito para ser verdad. El Unicaja se complicó el partido él solo. Un para de errores defensivos y alguna pérdida permitieron al Gran Canaria respirar con un parcial de 0-8 que dejó el partido 18-12 al final del primer cuarto.
La peligrosa tendencia del partido se acentuó. Alonso no estuvo fino en su primera aparición en el choque y Katsikaris tuvo que sentarlo. Con Mekel de nuevo en el equipo, y a la espera de Brizuela, los minutos en el puesto de escolta serán carísimos, porque al griego le gusta usar también ahí a Fernández, y eso fue lo que hizo. Con el israelí y el madrileño al mando del equipo, el Unicaja volvió a estirarse (24-17), pero seguía dando demasiadas concesiones y a estas alturas del partido acumulaba un pobre 1-8 en triples. El cuadro canario sobrevivía con los puntos de Slaughter, que volvió a apretar el partido con excelentes acciones individuales. En medio de un carrusel de errores por parte de los dos equipos, un par de asistencias de Mekel fueron claves para que el Unicaja volviese a encontrar el camino al aro, en parte por el regreso de Bouteille, el único del equipo malagueño que logró anotar de tres en una primera parte dura de ver(32-26).
Aunque el equipo cajista logró una pequeña renta tras el descanso, era un tanto irreal, porque su juego no era bueno y su rival fallaba en exceso. En cuanto el Gran Canaria se ajustó en ataque y comenzó a castigar la defensa de bloque y continuación, no tardó en apretar el partido. Costello encontró un filón ante un Abromaitis blando y empataba el partido a 44. El enfado de Katsikaris era tremendo por las facilidades que daba su equipo, incapaz también de controlar el rebote defensivo. Sobrevivió el Unicaja porque Bouteille, imparable, estaba firmando su mejor partido en meses. Un pequeño ajuste defensivo y, de nuevo, la lucidez de Mekel le dieron un respiro antes del último cuarto 54-49.
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La inercia permitió al equipo malagueño seguir mandando en el marcador, incluso con algún contragolpe, pero su juego iba a tirones. El vigésimo tercer punto de Bouteille con un triple estratosférico parecía que podía romper el partido (63-55, min. 33). Pero acto seguido, el francés, que parecía imparable, se jugó tres triples más. Tres malas decisiones que penalizaron a su equipo y permitieron que el Gran Canaria se levantase de la lona. Entendió Katsikaris que el alero ya era nocivo para el equipo. Apostó el técnico por Francis Alonso y el malagueño se repuso de su mal comienzo de partido para anotar canastas claves en una conjunción fantástica con Jaime Fernández que acabó decidiendo el partido, no sin muchos problemas por la insistencia del Gran Canaria y su acierto desde el triple.
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