Es uno de los jugadores del momento en la Liga ACB y pieza clave en los éxitos recientes del Unicaja. El MVP de la pasada Supercopa, Kameron Taylor (Maryland, 1994), repasa para SUR su etapa en Málaga y da algunas claves de la buena dinámica ... de su equipo, de la que no se muestra sorprendido. «Tendría que vernos entrenar para entenderlo», dice este licenciado en Sociología que en el Unicaja ha logrado los primeros títulos de una compleja carrera en Europa.
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–¡Qué momento tan bueno para un profesional de baloncesto estar en Málaga! Imaginamos que es el escenario soñado por cualquier jugador, verse en un equipo ganador y, además, seguir sumando títulos...
–Seguro. Tuvimos un gran comienzo de temporada, definitivamente mejor que nuestros comienzos anteriores del año pasado, ya sabe, empezamos mal, pero luego mejoramos y acabamos muy bien. Efectivamente, las cosas nos van genial.
–La semana pasada cumplió treinta años, tiene una dilatada experiencia ya en Europa y sabe que lo que se está viviendo aquí es complicado de conseguir.
–Por supuesto, me siento bendecido por estar en este club, con mis compañeros de equipo y con el cuerpo técnico. Solo quiero demostrarles lo agradecido que estoy viniendo a trabajar todos los días y dándolo todo en los entrenamientos y en los partidos.
–Está en una situación idílica, pero sus comienzos en Europa no fueron fáciles. Jugó en la tercera y en la segunda división alemana, también en otras ligas menores. ¿Pensó en ese momento en dar un paso atrás y volver a Estados Unidos?
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–No. Yo venía de una universidad de segunda división, donde no teníamos tanta suerte como en las de la División 1 de la NCAA, donde no teníamos acceso a buenos gimnasios, grandes pabellones y cosas así. Así que, cuando llegué aquí en mi primer año, estaba entusiasmado por jugar al baloncesto por dinero y era el mismo sentimiento que tengo ahora, aunque evidentemente en otro contexto. En ese momento, estaba contento. No sabía qué era bueno y qué era malo. Simplemente venía a ver cómo era Europa, quería conocerlo todo.
–Sólo jugar y disfrutar del baloncesto.
–Eso es, eres joven y sientes que nada te puede parar. Sólo quería jugar.
–Pero el impacto debió ser fuerte, especialmente a nivel cultural, a pesar de esas ganas que menciona.
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–Definitivamente fue difícil, en cuanto a extrañar a tu familia. Pero yo soy una persona extrovertida. Me encanta explorar. Me encanta conocer nuevas culturas. Así que, ya sabes, todos los países en los que he estado los he disfrutado. Disfruto de la gente y disfruto probando cosas nuevas, nuevas comidas, aprendiendo idiomas... Así que sí, por un lado es muy difícil, pero por otro lado, estoy disfrutando cada segundo, como aquí en Málaga.
–Y cómo es el proceso, porque lleva en Europa media vida, desde esa tercera división alemana hasta alcanzar, podríamos decir la cima, como ahora.
–Bueno, toda mi carrera ha sido una montaña rusa. Sí, empecé desde abajo y ahora estoy en un punto en el que estoy en la cima de mi carrera como dice, pero he tenido altibajos.
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–¿La constancia es la clave?
–Totalmente. En mi primer año estuve en la segunda división alemana. Al año siguiente pasé a la tercera división alemana. Evidentemente fue un paso atrás. Entonces pasé a la BBL a la primera división alemana y luego jugué en Hungría, ya sabes, la gente pensaría que es otro paso atrás. Luego volvía a Alemania para jugar la Champions con el Brose Bamberg, y de ahí a un equipo que no tenía plaza por Europa y sólo jugaba una vez por semana, el Hamburgo. Así que la gente pensará que es un gran paso atrás (risas), pero mire, entonces fiché por el Maccabi Tel Aviv, que me cedió al Estrasburgo. De la Euroliga a la Champions... Otro paso atrás. Y así llegué al Girona, que tampoco jugaba competición europea... Así que mi carrera fue muy, muy irregular. En todo ese proceso he aprendido a ser constante. A través de esa constancia, creo que he conseguido llegar a una situación y a un club como el Unicaja.
–Disciplina.
–Eso es.
–Pero en ese proceso, su rol era el del protagonista, por decirlo de algún modo. El anotador del equipo. Aquí ha tenido que cambiar, independientemente de que en determinados partidos tenga que asumir la función anotadora. ¿Ha tenido que cambiar su mentalidad?
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–No diría que mi rol cambió. Diría que sigo jugando como siempre. Solo que juego menos minutos. En otros equipos jugaba entre 25 y 30 minutos. Tenía la oportunidad de hacer tres o cuatro tiros más, tal vez cinco, o incluso cinco rebotes más. Pero aquí juegas entre 12 y 19 minutos. Tienes que hacer lo que puedas y hacerlo bien en esos minutos. Y a veces no se trata de anotar, sino de hacer el pase extra. La clave es que tenemos una buena conexión, hay química, y todos conocen cuál es su trabajo y confían el que el otro lo hará. Siento que es un poco más fácil jugar aquí, porque además el nivel es muy alto.
–Lo llamativo es que usted captó esa idea, ese mensaje, al mes de llegar aquí...
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–Sí. Cuando llegué aquí por primera vez, no sabía qué esperar. Sabía que estaba reemplazando a Darío y Darío es un anotador. Definitivamente no soy el mismo jugador que Darío. Así que sí, tratar de averiguar cuál era mi rol en los primeros meses me asustó, me dio cierto vértigo, pero como dije, mis compañeros tuvieron un papel fundamental. Me dijeron que hiciera mi juego y todo terminó encajando muy bien.
–Sin duda fue una sorpresa para todos, pero ¿cómo le fue fuera de la pista, aunque viniendo del Girona le sería más fácil?
–La vida aquí es genial. Tenemos la playa, tenemos un buen aeropuerto y el pabellón a sólo cinco minutos de la casa. Mi familia viene y me dice que esto es fantástico. Yo soy de Maryland y allí en invierno hace bastante frío. ¡Aquí no hay invierno! (Risas). Les encanta venir aquí para Navidad. Así que ahora la vida aquí es genial. Los aficionados son geniales. El ambiente en todos los partidos es increíble, tengo buenos compañeros y entrenadores. Realmente no puedo pedir una situación mejor.
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–¿Conocía todo eso antes de venir aquí? ¿Cómo fue el proceso de su fichaje?
–Realmente, no. Mi agente, Gerard, (Raventós) me llamó y me dijo que teníamos una buena oportunidad en Málaga. Me comentó que habían hecho una buena temporada, que la gente estaba volviendo al pabellón y que querían seguir en esa línea ganadora. Me gustó, al fin y al cabo me siento un ganador. Así que, si tengo que arriesgarme con un equipo que quiere ganar, estoy totalmente a favor. Luego me llamaron Ibon y Juanma y me explicaron cómo podía ayudar al equipo. Eso me dio confianza para decidirme. Todo encajó perfecto.
–Venía a un equipo ganador (verano del 2023 tras la Copa de Badalona), pero lo complicado era seguir ganando y eso es mucho más difícil.
–Efectivamente, no puedo decir que no me haya sorprendido que sigamos ganando, pero sí que es una recompensa por cómo trabajamos cada día. Entrenamos muy duro, tendría que vernos cada día para entenderlo. Nos motivamos unos a otros en los entrenamientos. Como le dije tiene que estar aquí (en el Carpena) y vernos entrenar para ver el progreso que hacemos y el alto nivel que tenemos. Así que para nosotros, personalmente, no creo que haya sido una sorpresa. Quizá sí puedo entender que para los que no nos siguen tan de cerca e incluso para los aficionados fuese algo inesperado. Sí es cierto que ganar tanto es difícil.
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–¿Siente que ha cambiado la percepción de los rivales? ¿Hay más respecto, quizá miedo?
–Supongo que nos respetan más. Todo el mundo conoce nuestra historia del año pasado y, por cómo estamos llegando este año, tenemos muchos jugadores de nivel. Nadie juega mucho, quiero decir que nadie juega más de 19 minutos y todos han dado un gran rendimiento cada vez que salen a la pista. Es evidente que somos más respetados, diría que somos respetados en toda Europa.
–¿Y qué más se puede esperar ahora después de los últimos títulos? ¿El desafío es intentar ganar la Liga después de lo que pasó ante el Murcia en semifinales?
–Aquello nos dejó muy mal sabor de boca. En cierto modo queríamos vengarnos en la Supercopa, pero no es suficiente. Somos muy ambiciosos y queremos continuar con esta línea exitosa. No le voy a negar que tenemos en la cabeza tratar de ganar la Liga. Sabemos lo que necesitamos para seguir adelante. El año anterior a llegar yo perdimos la Liga de Campeones y luego, el año después, la ganamos. Necesitas que pasen este tipo de cosas para motivarte y llegar al éxito.
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–¿Cómo es su vida fuera del baloncesto en Málaga?
–Acabo de prometerme con mi novia, así que estamos preparando la boda. Compré una nueva casa en Maryland y también estamos con ese tema. Fuera de los entrenamientos trato de estar ocupado. Me gusta ir al cine y a la playa cuando veo a los chicos con las cometas (kitesurf). Me gustaría probarlo.
–Cuidado que es peligroso...
–Sí, sí, lo sé (risas). Solemos ir a cenar con los compañeros, quedamos para ver fútbol americano y la Euroliga y, ya sabes, cualquier baloncesto o deporte que estén dando en ese momento.
–Es decir, que la química del equipo existe también fuera.
–No creo que lo hagamos a propósito. No creo que lo obliguemos ni que tengamos que pasar tiempo juntos para desarrollar nuestra química. Creo que es algo natural. Nos llevamos bien y es lo que hacen los amigos.
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–Usted estudió Sociología en la Universidad. Se trata de una ciencia que le habrá ayudado en su carrera, incluso en ese cambio cultural de Estados Unidos a Europa.
–La sociología se ocupa del aspecto social, es decir, conocer a la gente, conocer patrones y comportamientos y todo eso. Me interesó desde el principio y en los cuatro años de la universidad, pero pude aplicarlo al venir al extranjero porque he tratado con muchas culturas y he aceptado tantos estilos de vida distintos, personas y comidas diferentes, y la sociología terminó ayudándome.
–Su país es noticia ahora por el proceso electoral que vive. ¿Le interesa? ¿Se habla de eso en el vestuario?
–No me interesa mucho la política, pero la sigo para estar al tanto de todo lo que pasa en el mundo. Trato de mantenerme al día, pero no soy un 'fanático'. Con los compañeros casi no tocamos el tema de la política. Hablamos de todo menos de política.
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