Eric saluda a Fotis Katisikaris y Alberto Miranda en una presentación durante la pretemporada. LOF

Mucho talento, demasiadas dudas

Si Alberto Díaz no tarda en exceso en recuperar ese espíritu de sacrificio que enciende las pasiones que tanto echa de menos estaríamos hablando de un equipo serio pretendiente a recuperar la alegría de antaño

Viernes, 17 de septiembre 2021, 00:20

Albert Einstein tiró de ingenio para definir una situación comparable a la que atraviesa en este momento el Unicaja: «Aprender de ayer, vivir para hoy, esperanza para mañana. Lo importante es no parar de cuestionarse», afirmó el científico. También es aplicable lo que un día ... pensó Vaclav Havel: «La esperanza no es lo mismo que el optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte». El equipo malagueño está en la senda de hacer virar su destino marcado por un pasado traumático, un presente de ilusión y un futuro de expectación. El domingo comienza la cuenta atrás para enderezar el rumbo, y cuenta con lo más importante: el talento, aunque su rendimiento despierta dudas.

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La propensión de Micheal Eric a cometer faltas que lo sacan del partido prematuramente; la lenta adaptación de Norris Cole en la dirección de juego y a la hora de explotar sus cualidades; la escasa solidez en el puesto de '4' porque Suárez está lesionado y Abromaitis debe demostrar aún consistencia en esa posición, la misma a la que Barreiro sigue sin acoplarse; el rebote como una cuestión general sin resolver; o el peligroso recurso del tiro exterior para tapar otras carencias siembran de incertidumbre el proyecto de este Unicaja que atesora calidad a raudales, sobre todo, por fuera, pero poca predisposición a defender los 40 minutos, lo que le impide cerrar los partidos y hacerse grande en sus fortalezas, que tiene muchas, pero que no logran esconder tantas debilidades que hacen pensar que Fotis Katsikaris tiene trabajo por delante.

Después de un año tan convulso, realizar una pretemporada en la que solo se pierde un partido, el último frente al Joventut, es señal de una predisposición a hacer olvidar los meses de angustia pasados y candar la negatividad que desprendieron unos resultados que distan mucho de lo que se espera del conjunto malagueño, otrora integrante en la clase noble de la Liga y ahora aspirante a liderar una clase media compuesta por muchos pretendientes.

El potente y envidiado bloque nacional es la bandera que iza Málaga para ondear su orgullo de cantera y su decidida apuesta

Me temo que muchas de las opciones del club de Los Guindos pasan por evitar hablar continuamente de la enfermería, como ocurrió el curso anterior. Con la plantilla completa no cabe otra que la ilusión por recuperar peldaños en esa empinada escalera en la que ha convertido su anhelado ascenso a la parte alta de la tabla. Creo que la cruda realidad ha llevado a la afición a sintonizar por fin la onda en la que se mueve el Unicaja, y hablar de logros es hoy una quimera. No tener demasiadas dificultades para conseguir un puesto entre los ocho que disputan la Copa y llegar a mayo pensando en el rival del 'play-off' y no en las cuentas para disputarlo sería un buen principio para almacenar la esperanza de que algo ha cambiado en el club, más allá de hombres y de nombres, de jugadores o presidentes o de director deportivo. Al final todos son juzgados por lo que dicta el marcador en cada partido y en el balance final del curso. Ha quedado sobradamente demostrado que el presupuesto, más que alto, tiene que ser bien invertido.

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La gran noticia del juego que despliega Jaime Fernández, recuperado de sus problemas en los tobillos que le impidieron comenzar la campaña pasada, es la baza principal que encierra la esperanza de un futuro mejor, porque el madrileño conjuga talento a raudales y contagia a sus compañeros en las posiciones exteriores, donde el Unicaja dispone de una batería de jugadores que es la envidia de la Liga. Si Alberto Díaz no tarda en exceso en recuperar ese espíritu de sacrificio que levanta el pabellón y enciende las pasiones que tanto echa de menos ese Carpena semivacío o huérfano de los sentimientos que ennoblecen el baloncesto estaríamos hablando de un equipo serio pretendiente a recuperar la alegría de antaño. El malagueño, otro año más, es pieza angular que sustenta el proyecto. ¡Cuánto se echa de menos a este elemento que distorsiona el juego del rival!

El potente y envidiado bloque nacional es la bandera que iza Málaga para ondear su orgullo de cantera y su decidida apuesta por un proyecto que enraíce para hollar cotas por estos lares olvidadas, como por ejemplo la final de la Copa del Rey celebrada como anfitrión. Ahí están Brizuela o Francis Alonso, tan distintos y complementarios, tan afanosos cuando el ataque toca a rebato. Además, el malagueño ha dado un paso adelante para demostrarle al técnico que es válido en ambas partes de la cancha. Si Rubén Guerrero se acuerda de ese mes de enero en el que deslumbró a propios y extraños y decide pegar un golpe en la mesa, la ecuación sería perfecta, sobre todo si Nzosa saca de la chistera su inmenso repertorio de acciones que tornan en virales por su espectacularidad, ejecución y eficacia (su inopinada lesión obliga a la cautela, de ahí que se dosifiquen sus minutos).

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Los tres fichajes (Cole, Barreiro y Eric) deben ser refuerzos, no complementos del equipo como se ha visto en pretemporada

No cabe duda de que Katsikaris tiene trabajo por delante para conjuntar a una plantilla que a estas alturas debía jugar casi de memoria por los minutos que acumulan juntos. Me gusta la filosofía del heleno, pero contemplo atónito la deriva del equipo en la segunda parte de la temporada pasada, si bien es cierto que las lesiones mermaron el potencial del grupo, sobre todo, si de golpe se caen los dos hombres que sostienen el entramado defensivo, Díaz y Suárez.

Los tres fichajes de este año, Cole, Barreiro y Eric, deben ser refuerzos del equipo, no complementos del mismo, y en estos partidos preparatorios de septiembre no han sido tales, aunque debemos darle tiempo para que asuman su rol, que está muy claro en el base y en el pívot, pero no tanto en el del gallego... He dejado para el final a Bouteille, el hombre que llegó para ser diferenciador y hoy simboliza el título de este análisis: mucho talento, demasiadas dudas...

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