Sólo diez minutos buenos

Desde el comienzo de la campaña existe una duda más que razonable sobre los hombres de juego interior y con el paso del tiempo creo que una mayoría amplia hemos resuelto esa interrogante con el convencimiento de que el equipo necesita un pívot de refuerzo que, además de mejorar el rendimiento cerca de las canastas, permita a sus compañeros de perímetro desarrollar el tremendo potencial que tienen.

Este domingo entramos todos en el partido con una gran ilusión, porque el Unicaja, con un nivel de aciertos excepcional, arrancó el partido apabullando a su rival. Sin embargo, como le ocurre con frecuencia, en cuanto perdió ese acierto exterior sublime desapareció del encuentro. Luis Casimiro intentó jugar con tres altos, con tres pequeños, propuso defensa individual y de zonas, pero todo fue imposible. En cuanto la defensa visitante se empleó a fondo con los hombres del perímetro malagueño, el Unicaja perdió toda la iniciativa, porque su defensa no era un obstáculo para el ataque vitoriano. A medida que avanzaba el partido, el cansancio de Jaime Fernández se iba dejando sentir en su equipo. Aunque las apariciones de Nzosa eran importantes para la defensa, el cuadro alavés había tomado ya definitivamente el mando del partido, ya que el equipo malagueño a los problemas de las últimas semanas sumó ayer un exceso de pérdidas de balón, que permitieron a su rival disfrutar de once posesiones más, lo que anuló la pequeña ventaja local en los porcentajes exteriores.