Los jugadores del Unicaja estaban deseando volver a sentir de cerca el baloncesto después de más de mes y medio confinados en sus casas, así que el simple hecho de acercarse a Los Guindos para hacerse los test del coronavirus les permitió salir de la rutina en la que han vivido.
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Ha sido un tiempo muy duro para algunos de ellos, pues lo pasaron solos en Málaga y alejados de sus familias. Es el caso de Gal Mekel, que no podía ocultar lo que ha pasado. «Ha sido muy muy duro para mí. Mucho tiempo sin ver a la familia y mi hijo», comentaba a SUR antes de acceder a Los Guindos.
Simonovic ha pasado por la misma situación, aunque ayer el serbio desprendía alegría. «¡Hola, amigo! Ya estamos aquí. Espero que estas seis semanas encerrados al menos sirvan para volver a jugar. ¡Ojala!», gritaba desde su coche. El ala-pívot no pudo reunir en Málaga a su mujer y su hija, que siguen en Belgrado. Ayer mismo, publicaba un mensaje en las redes sociales mostrando su deseo de ver ya a su hija.
La mayoría de los jugadores como Alberto Díaz, apuntaron que han vivido con tranquilidad estas semanas. El malagueño dijo que le preocupa más lo que está por llegar y las consecuencias de la crisis.
En general, parece que a los jugadores del Unicaja les agrada la idea de volver a jugar. Sin embargo, no hay unanimidad y, además, es público. Josh Adams afirmó en más de una ocasión su deseo de volver a Estados Unidos y dijo que no veía lógico la posibilidad de jugar. Hay otros, principalmente los extranjeros que tampoco lo tienen demasiado claro.
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