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El Unicaja anda a la búsqueda de su propia identidad: la configuración del equipo en los últimos años no ha sido nada fácil, nunca lo es, por las dificultades propias del mercado, la extensión de las plantillas cada vez más amplias -sobre todo en la ... Euroliga-, la progresión del coste fiscal de los jugadores de una temporada a otra y las ventajas de este índole que sobre nosotros tienen en otros países, la voracidad de la NBA, los movimientos mercantilistas de los agentes y el ensoñamiento permanente que sólo en fichar y fichar está la piedra filosofal del baloncesto, la fórmula gastada de tanto usarla por la impaciencia en el rendimiento, que todo lo que no se tiene ya es mejor, junto a los bandazos que ha dado el propio club generando tal tránsito de jugadores que complica mucho la recomendable y, yo diría también, imprescindible tarea de dar la estabilidad y continuidad necesaria al equipo para alcanzar su máximo nivel de competitividad.
Cada año, nuevas expectativas, demasiados nuevos jugadores de mayor o menor potencial que han de acoplarse: jóvenes o contrastados, trotamundos o inexpertos, con más músculo o más técnicos... Nuevas ilusiones acompañadas, en algunos casos, de nuevas decepciones para volver a empezar o esperar que en una de estas temporadas suene la flauta con el acierto inmediato, con el encaje total.
En riesgo se ponen valores e intangibles como la identificación con una camiseta, con un sentimiento de equipo, con su afición... Atrás quedan conceptos como crear una propia filosofía del juego que identifica a un club y a sus propios anhelos.
Se hace, por tanto, imprescindible una adaptación rápida entre jugadores y entrenadores para que sepamos lo antes posible a qué jugamos y a qué debemos aspirar cada temporada. Mientras tanto, quedan en 'stand-by' la conexión con sus gentes a la espera de sensaciones y momentos que puedan ponerle rumbo hacia alguna parte, hacia metas claras por cumplir.
Ganar como fin en sí mismo, que dulcifica la crónica, interpreta el relato, redondea las percepciones y da buenas razones... pero que sin más contenido no es suficiente. Navegar por la competición con una cal y otra de arena, ganando unas veces, perdiendo otras, la ocasión que no llega o que está por llegar solo por seguir estando vivos, por seguir estando aquí una vez más.
Ser lo que soy buscándolo fuera, la pólvora mojada de tanto ir y venir, esperando que vuelva el ángel perdido, el 'básket control', Fede Ramiro, el quinto televisor, el triple de Ansley, la Liga de Scariolo o un salvador al que admirar para hacerme la foto para decir que ya lo dije yo, para apuntarme el tanto o para largar el marrón. La sombra del pasado está para algo, está para aprender.
Casimiro lo intenta, pone los pies en el suelo. El Unicaja se muestra sólido atrás como más clara seña de identidad hasta el momento, jugar en equipo, que ya ha alcanzado una racha importante de victorias para poder creer y crecer, que mostró ante el Valencia (nuestro gran rival) carácter y ambición, su mejor cara. Y ahora, pendientes de la búsqueda de la regularidad, que es a lo que se enfrenta cada día su entrenador y a lo que ha de aspirar si quiere pasar de tener un equipo más o a estar de verdad entre los mejores para poder llegar a tener coyunturas que se puedan aprovechar y que justifiquen el propio ser del Unicaja, lo que nos ha traído hasta aquí.
Ser previsibles, saber a qué jugamos, tener una personalidad definida, creer en nosotros mismos, mirándonos el ombligo, respetando lo nuestro y lo que somos desde dentro hacia fuera para marcar el camino a los nuevos, ser tú, una frase hecha pero que ha recuperar aquí su sentido. Lo que venga o los que vengan de fuera serán fundamentales y estarán muy bien, pero han de venir a sumar, no a tapar las carencias, ni a parchear nuestros errores o nuestras propias limitaciones, nuestros déficits sin superar. Para que tenga sentido, han de encontrar un camino en donde todos podamos dar lo mejor de nosotros mismos, hacernos fuertes por dentro, que la solvencia no nace al azar ni cae del cielo, no mirar tanto hacia fuera y mucho más a nosotros mismos.
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