El rodillo del Real Madrid aplasta al Valencia para meterse en la final (95-76)

El Real Madrid estará por tanto de nuevo en la final de la Copa, como ha hecho en todas las ediciones que se han disputado en Málaga (2001, 2007, 2014, 2020 y la actual). Lo hizo sin despeinarse, con Musa y Yabusele dominantes y un Campazzo que, pese a que no estuvo acertado en el tiro, llevó las riendas del encuentro.

El equipo de Chus Mateo -¿todavía alguien le cuestiona en la capital?- quiso dejar claro desde el principio que no iba a permitir que el Valencia Basket rompiera los pronósticos. Cuando aún no se habían cumplido los 5 minutos de partido, Mumbrú ya tenía que pedir tiempo muerto porque el Madrid ganaba por 10-6. Pero es que esos 6 puntos del cuadro taronja eran obra de Davies, que con dos faltas en menos de tres minutos se tuvo que ir al banco. Fue un apagón ofensivo para el Valencia, que encajó un parcial de 9-0. Deck y Musa anotaban con facilidad y en el cuadro de Mumbrú no tenía referentes en pista. Durante los 7 primeros minutos sólo anotaron los 6 puntos de Davies, aunque Jones y Ojeleye permitieron que el primer cuarto no acabara con una distancia ya insalvable (23-17).

No dejó el Valencia que su rival rompiera pronto el partido, pese a los buenos minutos de Sergio Rodríguez y Llull. El conjunto 'taronja' apretó en defensa, logró recuperar algunos balones y montar transiciones rápidas finalizadas por Ojeleye o Jones. Pero el Real Madrid cuenta con un arsenal infinito y siguió abriendo distancia hasta el 48-39 al descanso, tras triple de Hezonja.

Ese cierre en alto del Real Madrid tuvo continuidad a la salida de los vestuarios y el Valencia Basket ya no encontró argumentos para frenar a los hombres exteriores rivales, con un inspirado Musa que anotaba a placer. Un mate del alero bosnio y un triple de Yabusele parecían poner la puntilla a un Valencia entregado cuando aún quedaban tres minutos para terminar el tercer cuarto (72-48). El equipo de Mumbrú estaba noqueado y el entrenador tampoco daba soluciones desde el banquillo. Solo Davies y López-Aróstegui parecían tratar de mantener la compostura en un partido que ya era un mal trago para los de naranja. Un mate de espaldas de concurso de Poirier a paso de Sergio Rodríguez al final del cuarto que no valió sí servía para demostrar la superioridad blanca en el tercer parcial (80-55). El último cuarto no tuvo historia, salvo algún pique entre Anderson y Campazzo, y el marcador terminó en un contundente 95-76.