Sin rebote, imposible

En el arranque del segundo cuarto, los suplentes locales dominaron a los del Unicaja y el partido se equilibró. Por eso Luis Casimiro ordenó el retorno de sus mejores hombres. La capacidad de anotación malagueña iba quedando limitada con el paso de los minutos a lo que pudiera aportar el perímetro. Además, el dominio aplastante de los locales en el rebote empezaba a inclinar el partido a su favor.

Tras la pausa, los locales alternaban los tiros en la pintura con los lanzamientos exteriores, Tomic creaba muchos problemas a Thompson y el cuadro verdinegro se puso por delante. Como el croata se fue con tres personales y su equipo se frenó, el Unicaja pudo igualar otra vez el marcador, ya que en el tercer cuarto el partido se movía en muy pocos puntos. Sin embargo, el conjunto catalán entró en el último periodo con siete puntos de ventaja porque los hombres altos del Unicaja no aportaban nada y cuando se sentó Bouteille el ataque visitante quedó paralizado. Aunque Tomic seguía sentado, el dominio local debajo de los aros era ya un abuso. Pasó muy malos momentos el Unicaja, aunque Brizuela, por su cuenta, impidió que su equipo quedara arrinconado. La entrada de Díaz reorganizó la defensa y Gerun proporcionó, al fin, alguna aportación interior. El Unicaja tuvo una opción más ficticia que real, pero su endeblez en el rebote y el excesivo monólogo de Brizuela impidieron que se hiciera realidad.