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La Euroliga optó días atrás por cancelar la temporada ante la imposibilidad de retomar la competición por la crisis del coronavirus. Hubo una asamblea en la que diez de los once equipos con licencia fija votaron a favor de esta propuesta, todos menos el Panathinaikos.
El presidente y dueño del club griego es Dimitris Giannakopoulos, un persona histriónica y de pocas aficiones saludables conocidas... Hace tiempo que mantiene una guerra contra el presidente de la Euroliga, Jordi Bertomeu, y ayer dijo lo siguiente: «No hay un escenario mejor que ser jodidos cada semana por los mafiosos», en alusión a la Euroliga. Bertomeu le ha abierto la puerta de salida, pero Giannakopoulos es perro ladrador y poco mordedor. No se atreve a dar el paso.
Sin embargo, otros equipos como el Partizán y el Virtus Bolonia ya han pedido la vez para ocupar el sitio del Panathinaikos si se queda vacante. La prensa de sus países aprieta reclamando su entrada en la Euroliga en función a no se sabe qué méritos. El Partizán histórico club de Belgrado, parece repuntar ahora después de diez años en los que no ha levantado cabeza, una época en la que los impagos fueron el pan nuestro de cada día.
El Virtus es un caso parecido. Doble campeón de Europa, bajó a la segunda italiana por sus graves problemas económicos. Ahora tiene un proyecto pujante, con mucho dinero, con la cafetera Segafredo detrás. A la Euroliga le gusta el dinero, así que las cosas cuadran. Le gusta el dinero del Bayern Múnich, porque está respaldado por el equipo fútbol. Le gusta el dinero del Zenit, porque tiene a Gazprom detrás, la mayor empresa de Rusia. Le gusta el dinero del Asvel, porque cuenta con el respaldo de Tony Parker, y le gustará el dinero del Valencia, porque tiene a Juan Roig y Mercadona como mecenas. «Nosotros queremos un segundo equipo en Italia. Sería muy bueno para la Euroliga», decía ayer Bertomeu a 'El País'...
Visto lo visto, el Unicaja, con el patrocinador más veterano de Europa, con una trayectoria impecable en la Euroliga y campeón en una de las dos ediciones de la Eurocup que ha jugado, no cuenta. Sé perfectamente que el futuro del cuadro malagueño está capado por la famosa regla de que no puede haber cinco equipos de un mismo país en el torneo. Jugar la Euroliga obligará a una gesta cada temporada en la Eurocup, pero tampoco es lícito que la puerta de entrada se abra o se cierre según qué criterios. Es un hecho que la realidad económica del Unicaja a día de hoy no está como para hacer frente a un torneo como la Euroliga, al menos de momento, en el que para no sufrir hacen falta como mínimo quince millones y una plantilla larga que luego no se resienta en la ACB. Todas estas cosas me las sé de memoria, pero no quita para que estas situaciones molesten. Parece que lo deportivo importa poco, y mucho menos la tradición y la trayectoria. Quizá el club malagueño debería repensarse su futuro y abrir la puerta de la FIBA, quizá al menos ahí se sienta querido. A veces el amor lo es todo...
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