Primer tropezón
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El Gran Canaria encontró mejores fórmulas en el último cuarto del partido frente a un Unicaja que probó muchos caminos diferentesEn el comienzo del partido las buenas defensas obligaban a ambos ataques a largas maniobras de equipo para encontrar buenas posiciones de tiro. Como casi siempre, los del rival buscaban más las posiciones interiores que el propio Unicaja. Por si acaso, en las pocas ocasiones ... que el balón llegaba a las manos de Eric, la defensa insular respondía con rápidos 'dos contra uno'. Con mayor acierto, las primeras ventajas fueron para el cuadro visitante y el partido se presentaba muy incómodo para el Unicaja desde el salto inicial. Buscando soluciones nuevas, Katsikaris hizo coincidir en cancha a Abromaitis y Barreiro, que se alternaron sin éxito en las posiciones de 'tres y cuatro', por eso volvió pronto Bouteille. Afortunadamente, el retorno de Fernández, reactivó el ataque malagueño, a base de más penetraciones y menos tiros exteriores. Cuando llegamos al descanso, el Unicaja era un poco peor en todo, pero había conseguido igualar el choque a pesar de no anotar triples.
Después del descanso, Katsikaris mantuvo en cancha a un excelente Abromaitis y Cole ejercía de base. Por calidar individual, el ataque malagueño se empezaba a consolidar, aunque se necesitaba mayor impulso defensivo. En busca de ese necesario equilibrio entraron Nzosa, Díaz, Barreiro y Fernández. Era una fórmula diferente que permitió al cuadro malagueño dar el vuelco al marcador, gracias a una mejor defensa y a más paciencia en ataque. Como apareció, por fin, el acierto desde la línea de tres puntos, el Unicaja entró con cinco puntos de ventaja en el último cuarto. Los diez minutos finales valieron por un partido completo y Katsikaris tuvo que alternar el momento presente con las reservas de fuerzas para los instantes finales, por eso alternó demasiado líderes y fórmulas ofensivas. Fisac, por el contrario, lo dejó todo en manos de Slaughter y permitió a su equipo transitar por caminos más cómodos. Además, un mayor número de tiros libres en esos momentos permitieron a su equipo mayor firmeza en la anotación y llegar así en mejor disposición para dar el golpe final que asestó Kramer.
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