Entre la guerra, la recién recuperada amenaza nuclear, la crisis energética, el cambio climático, los ciberataques rusos a todo lo que se menea (incluido al festival de Eurovision, donde, por cierto, Chanel ha demostrado de nuevo que levanta pasiones cada vez que se presenta a ... un concurso musical), el gatillazo continuo de nuestros políticos –que son más el problema que la solución–, la subida imparable de la inflación, la pandemia y sus variantes y ahora, lo que nos faltaba: ¡la viruela del mono!
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Y es que ya no sabemos a lo que agarrarnos, y no lo digo por lo del mono, sino porque, mientras tanto, en lo deportivo nuestro Málaga C. F. languidece en la pelea por la permanencia en la Segunda División y el Unicaja no ha parado de darnos disgustos.
Recomponer el futuro de ambos clubes no es tarea fácil. En el fútbol, porque andan sumidos en una crisis institucional que parece no tener fin, bajo el mandato de una intervención judicial, escaso presupuesto y carente de objetivos ambiciosos incapaces de transmitir ilusión y de responder a las expectativas reales de su masa social y de la ciudad. Y en el Unicaja, porque en los últimos tiempos ha ido perdiendo su sitio en el panorama baloncestístico español y europeo, malogrando temporada tras temporada su prestigio deportivo con resultados no acordes a su presupuesto y muy por debajo de lo esperado produciendo alejamiento y desafección en la afición. Demasiadas apuestas fallidas de entrenadores y jugadores que, lejos de triunfar en Málaga, lo hacían antes de venir y después lo hicieron en sus equipos de destino. Por algo será.
Ahora toca partir de nuevo de cero y lo primero que se hace estrictamente necesario es tener un diagnóstico correcto y certero, evaluar la situación del club, que no es ajena a la crisis reputacional que vive la institución, y tomar las medidas necesarias. Lo he dicho muchas veces en estas líneas, pero cambiar fichas de jugadores y entrenadores continuamente no es solo un mal síntoma, una huida hacia adelante constante o un despilfarro. Es que es también una simpleza, probablemente algunas incorporaciones irán poco a poco dando juego, pero, ¿a costa de qué?
Una vez tengamos ese diagnóstico es cuando habrá que empezar a planificar el futuro, pero no solo respondiendo a condicionantes técnicos y tácticos, sino también a otros estructurales y más profundos, a los que no se les puede dar la espalda y que son muy necesarios también de afrontar. Después es cuando habrá que ir encajando las piezas.
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Ya sabemos que a los entrenadores solo se les evalúa por las victorias. Siempre es una cuestión de resultados e indudablemente también de la confianza que, a pesar de estos, siga despertando en sus directivos. Pero, ¿cómo evaluamos a los jugadores?
Cuando un entrenador o un director deportivo ha de seleccionar a un jugador para que conforme una plantilla, para considerar su rendimiento deportivo tiene que hacer una valoración integral de sus características de manera individual y en relación con el grupo. Hoy en día tenemos muchos medios a nuestro alcance, de tal modo que las estadísticas avanzadas nos ofrecen unas consideraciones que están muy por encima de la frialdad de los números globales individuales, ya que intentan contrastarlos con el nivel del campeonato de que se trate, los rivales, los momentos de partido y de competición en los que se han obtenido, el manejo de la presión… y, lo más importante, con el resultado de su equipo y la consecución o no de los objetivos colectivos marcados por su club. Y para conocer si las capacidades objetivas cuantificadas en la anotación, asistencias, intimidación o rebote son eficaces y realmente útiles a la hora de hacer mejores a sus compañeros y a sus equipos, lo que nos permitirá tener una idea más aproximada en la toma de decisiones de la verdadera dimensión técnica, táctica y mental de los jugadores con los que queremos o no contar. Posteriormente habrá que agregar siempre otros análisis, ya sean de su estado físico, riesgos de lesiones, caché, química, identificación con el club, gestión de las emociones y la frustración, la importancia o no de procedencia de cantera, capacidad de trabajo, de adaptación al grupo y a la ciudad, responsabilidad y un largo etcétera.
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Por tanto, la tarea que tiene ante sí el club para planificar y ejecutar un proyecto creíble no será fácil y la de Juanma Rodríguez para conformar la plantilla tampoco. De experiencia, conocimiento e intuición, que también le hará falta, sé que anda sobrado y yo le deseo lo mejor. Construir nunca es sencillo, opinar es cómodo y destruir sí que está tirado.
De lo que sí estoy totalmente seguro es de que ver ganar a nuestros equipos es un verdadero placer, casi adictivo, pero la felicidad se alcanza cuando nos sentimos orgullosos de ellos incluso cuando pierden.
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