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La salida del Manresa en este partido dejó muy claro el porqué de su magnífica trayectoria y el cómo ha sabido meterle mano esta temporada a los dos grandes, Real Madrid y Barça, en sus propios feudos. Desplegando un juego con mucha energía, concentración defensiva, ... dominio del rebote, posesiones cortas y rápidos contraataques liderados en este primer cuarto en la dirección tanto como en la anotación por dos pequeños bases españoles, Dani Pérez y Dani Garcia.
Cabía preguntarse hasta cuándo sería capaz de aguantar el Manresa este alto nivel de intensidad, con Pedro Martínez estableciendo rotaciones constantes, aún más que el Unicaja, dominándole en puntos anotados por sus hombres de banquillo, una de las principales armas de los malagueños, para llegar a poner a mediados del segundo cuarto una diferencia de hasta 20 puntos a su favor. Llegaba un Tiempo muerto de Ibón Navarro donde insistía no sólo en mejorar el balance defensivo y selección de tiro, sino en intentar colapsar la zona para evitar las penetraciones de Badio y los puntos de Geben, a la postre sus mejores anotadores en este partido, y para obligarles a sacar el balón fuera y que tiraran más de tres puntos, una faceta donde el equipo catalán es de los peores de la liga. De esta manera, tirando de calidad individual y del acierto desde el triple, gracias al liderazgo y la inspiración de Perry, que se echó el equipo a la espalda en los peores momentos, el Unicaja comienza su remontada, dejando al descanso la distancia en tan solo 10 puntos.
Recuperar el ritmo del partido, el rebote y la aportación anotadora de otros hombres se convertían en vitales objetivos del Unicaja para la segunda parte. Y Taylor con siete puntos consecutivos rompiendo la zona rival y liderando la reacción defensiva de su equipo conseguía que el Unicaja comenzara a recuperar balones, a correr y a encontrar mejores tiros. Un parcial de 5-20 con un quinteto más defensivo (Perry, Kalinoski, Taylor, Ejim y Sima) le ponía por delante.
El Manresa reaccionó con algunos triples, pero en el último cuarto el Unicaja ya estaba lanzado alcanzado los 33 puntos (lo que contrastaba con los ocho anotados en el primer cuarto), un 57 a 36 en la segunda parte, con unos cinco últimos minutos de partido ya absolutamente letales, donde destacaron la experiencia de Thomas, el poder anotador de Carter, el control de las pérdidas y del rebote, el acierto desde el triple y la aportación atrás y delante de muchos de su hombres acabaron con la resistencia de un peligrosísimo rival que nunca renunció a su esencia y a su forma de jugar.
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