Un partido con dos caras

En el segundo segundo cuarto el Unicaja fue a más, anotando 27 puntos repartidos entre todos sus hombres, en lo que supuso toda una exhibición de superioridad sobre su rival y que aparentemente dejaba el partido totalmente encarrilado. Así la primera parte terminaba con 20 puntos de ventaja gracias al gran nivel alcanzado en el juego colectivo del equipo malagueño, tanto en defensa como en ataque, alcanzando las 15 asistencia y una valoración de 61 contra 24 del Bilbao, con todos sus jugadores en positivo.

Pero esto es baloncesto y después de este último parcial en el tercer cuarto vivimos todo lo contrario. El Bilbao despertaba, al menos en el apartado defensivo, imponía mucha más agresividad ante la pasividad de la primera parte, subía el listón de las faltas con continuos contactos y uso de las manos y aunque no estuvo acertado en ataque, con unos pauperrimos porcentajes en el tiro libre, dejaba al Unicaja en tan solo cinco puntos anotados, algo insólito fruto de una pobre selección de tiro y nefastos porcentajes, cediendo el dominio del rebote, abusando del bote y acumulando pérdidas de balón.

Un apagón inexplicable que duró tres minutos más del último cuarto, oportunidad que el Bilbao no supo aprovechar por su inoperancia ofensiva y que le deja muy tocado. La inspiración Osetkowski devolvia la calma al Unicaja y una vez más Alberto Diaz entendió mejor que nadie los malos minutos de su equipo en la segunda parte, igualando la agresividad defensiva del rival y consiguiendo recuperaciones de balón de mérito que menoscabaron la fe del Bilbao Basket en la remontada.