Los jugadores del Unicaja hacen piña antes del comienzo de un partido esta temporada. ACB FOTOS

El desencanto, lo más peligroso de todo

Más allá de los malos resultados del Unicaja, el gran riesgo es perder el respaldo de una afición decepcionada

Viernes, 15 de enero 2021, 07:53

Llevo un par de semanas respondiendo a preguntas sobre la crisis del Unicaja. Se trata un consultorio particular en el que algunos buscan respuestas, pero también consuelo. En el periódico se acercan compañeros después de cada partido para darme su opinión de qué es lo ... que le pasa al equipo. Yo les expongo lo que pienso y les justifico algunas de las cosas que están pasando. Los lectores habituales de SUR pueden echar mano de un sinfín de artículos en los que se razonan algunas situaciones que se están viviendo. ¿Por qué juegan más unos jugadores que otros? ¿Por qué algunos de ellos han bajado su rendimiento? ¿Por qué se reciben tantos puntos? ¿De dónde vienen los problemas del juego interior? Incluso las razones que tuvo el club para renovar a Luis Casimiro.

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De todas esta conversaciones, las que más me han llamado la atención son las que mostraban un gran desconsuelo, hastío y hasta indiferencia. Son aficionados, algunos abonados, de toda la vida que ven cómo el equipo y el club retroceden y pierden terreno respecto a otros. Es un asunto que viene de largo por la reducción presupuestaria que la entidad ha sufrido en la última década y media, pero que también tiene que ver con la gestión. Todo esto sucede en una temporada que comenzó torcida porque muchos no entendieron la renovación del actual entrenador y que deportivamente está lejos de lo esperado. Además, los aficionados están viviéndolo todo desde la distancia, sin ese contacto directo y tan especial que supone ir al pabellón cada semana. Y para mí este es el gran problema. Hay gente desencantada, que incluso ya no se molesta en ver los partidos, que se ha acostumbrado a no tener que hacerlo todo de prisa para llegar a tiempo al Carpena, a cambiar planes familiares para ver a su equipo, que aguantaba los atascos en la llegada y que, si se perdía, volvía al siguiente encuentro con la misma ilusión de siempre. Les confieso que hasta yo he experimentado esa sensación en estos tiempos de teletrabajo, de partidos televisados, de poco contacto con los jugadores y en los que todo hay que hacerlo a distancia. ¿Para qué voy a ir al pabellón a las nueve de la noche cuando puedo verlo por la tele? Pero entonces no sería lo mismo y en cierto modo les faltaría al respeto a ustedes.

El Unicaja, sus responsables, los componentes del consejo de administración, los máximos directivos de Unicaja Banco y de la Fundación deben entender que no siempre están en posesión de la verdad y que no todos los de fuera son enemigos que quieren el mal del club. Conviene que hagan un poco d autocrítica. Y esto también es aplicable a los técnicos, al actual, a los que hubo antes y a los que vendrán. A los periodistas no nos gusta contar malas noticias, preferimos las positivas. Escribir sobre victorias, buenas dinámicas y logros de los jugadores. Lo digo una vez más, ningún club de Europa cuenta con el respaldo mediático que tiene el Unicaja a nivel de cobertura informativa, y esto es impagable.

Dicho todo esto, el gran riesgo que corre el Unicaja a día de hoy es caer en el olvido de esas personas desencantadas que pueden pasar a decir «yo antes iba a ver el Unicaja». Llegará el momento en el que todos habremos superado esta locura del coronavirus y trataremos de recuperar nuestras vidas. Estos meses nos han servido para poner en valor muchas cosas y quizá esos desencantados prescindan entonces del baloncesto. Esto es lo más peligroso para el club de Los Guindos a día de hoy, y algo sobre lo que deben reflexionar quienes lo gestionan. Por eso, el Unicaja debe tomar decisiones para que nadie les pueda acusar de eso que tanto molesta en el club, de conformismo.

Deportivamente, el Unicaja es víctima de sus decisiones. Un buen amigo me recordaba ayer que hace un año el club daba un golpe encima de la mesa con los fichajes de Brizuela y Bouteille, dos de los mejores jugadores de la Liga entonces. El Unicaja se reivindicaba y lanzaba un mensaje de ambición cara a su afición y al resto de equipos. Ahora ambos están perdidos en en un grupo caótico que tiene demasiados frentes abiertos cuando el año acaba de empezar. Hay cosas que se están haciendo mal.

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