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Mantiene aún su acento del Norte, pero a pesar ello, es un malagueño más que, con sus 2 metros de estatura y sus innumerables anécdotas de puertas para dentro, se pasea cada día por el templo del baloncesto que le vio debutar en ACB y ... Euroliga, un Martín Carpena que se ha convertido literalmente en su casa. Aunque para algunos pase desapercibido, el Unicaja tiene en su 'staff' a un subcampeón de Europa sub-20, un exjugador con 146 partidos de Liga Endesa a sus espaldas (y otros tantos de LEB), pero sobre todo, cuenta con una gran persona.
Tras la marcha de Javi Guerra en busca de nuevos retos, fue Jon Cortaberría quien tomó el testigo de fisioterapeuta del Unicaja. Quién mejor que un exjugador del equipo, con años de experiencia baloncestística y que además, escogió la ciudad como su nuevo hogar. Y no sólo por la calidad de vida -él es un fiel defensor de su San Sebastián natal-; si no porque aquí conoció al amor de su vida, con la que ha creado su familia (la hermana de Berni Rodríguez). Desde luego, ni él mismo imaginaba que acabaría siendo familia de uno de esos jugadores a los que admiraba. «Cuando llegué aquí al filial, me subieron a entrenar con ellos y eran los primeros años de Berni, de Carlos Cabezas, de Germán, Manu Gómez… A los que admiro. Empecé ahí y todo acabó en cenas familiares con Berni».
Cortaberría llegó a Málaga con sólo 18 años. Recaló en el filial de LEB Oro, tras salir de la academia del Siglo XXI y recuerda su llegada como «una bendición». La cuestión es que no duró mucho en este segundo equipo, porque a los 19 años se le subió al primer equipo. ¡Y en qué año! Lo hizo en la histórica campaña de 2001-02, en la que el conjunto de Maljkovic fue subcampeón de la Liga.
Sin embargo, su carrera le llevó los siguientes años por toda España, sobre todo con equipos de LEB, hasta que, de nuevo en el Unicaja (y tras pasar por el Clínicas Rincón Axarquía), se reenganchó a la ACB (2008-09), siguiendo con el Fuenlabrada (2009-2013) y el Guipúzcoa (2013-14). Fue ya en el Maristas Palencia (LEB) donde se retiró, el año siguiente. Ningún jugador disfruta el día de su adiós, en el que empieza una nueva, extraña y a veces convulsa etapa laboral. Y él no fue menos, pero antes de sumergirse en el mercado, decidió saldar una cuenta pendiente y terminar la carrera de Fisioterapia, porque sabía que ese sería su destino.
No se equivocó, la completó y enseguida recibió una llamada. «Cuando terminé la carrera, Mario Bárbara me llamó y me dijo que pensó en mi para el equipo femenino, esa fue mi primera experiencia laboral». Es por ello que para Cortaberría no resultó ningún trauma emprender su nueva vida tras la retirada. Así lo cuenta: «Sí que he pasado esa etapa de frustración, pero más atenuada. Esto lo hablamos mucho los deportistas. Nos preparamos mucho para nuestra vida deportiva: temporadas, 'playoffs'… Pero aunque sabes que esto se va a terminar, lo acabas posponiendo. El momento del cambio es complejo porque empieza tu vida de cero. En mi caso fue más suave la transición porque tenía claro lo que quería hacer, pero hay compañeros que lo han pasado mal», reconoce.
Y es por ello que quiere servir de ejemplo para hacer ver que no se debe emprender con miedo la retirada, pero sí debe prepararse lo antes posible, dada la corta vida del deportista. «Que tu seas jugador no implica que no puedas formarte o invertir en una serie de cosas, hay que tener inquietudes, hablar con gente... También te digo, no se acaba el mundo cuando acaba la carrera deportiva, al contrario, muchas veces, ahí es cuando comienza tu vida de verdad».
Desde luego, ha llegado en un año complicado. Desearía no tener tanto trabajo, dada la cantidad de lesionados con la que cuenta el Unicaja todavía (Kravish, Sima, Lima…), además del día a día de trabajo con la totalidad de la plantilla, pero lo bueno de contar con un bagaje como deportista, es la empatía y el entusiasmo que aporta en su nuevo trabajo. «Ha sido muy fácil, mis años de jugador me ha ayudado mucho a la hora de hablar con los jugadores, la gente del 'staff', son cosas que ya había vivido aunque ahora esté en otro punto», valora. Y añade: «Además, los jugadores se portan muy bien, estoy muy contento (ríe). Todavía tenemos algunos lesionados, ojalá tener una participación menor en ese aspecto, pero bueno».
Tal y como explican expertos como él, esta situación es, por desgracia, es cada vez más frecuente entre los profesionales. «El rendimiento a máximo nivel hace que llevemos el cuerpo más al límite y las lesiones, por desgracia, son parte de esa normalidad», asegura. Sin embargo, conocedor de la filosofía del club y la buena sintonía de este vestuario, Cortaberría augura un gran año: «Tenemos una afición que suma mucho, y un equipo que tiene algo diferente; va muy rodado, se ven jugadores felices, algo que no es tan sencillo de conseguir, y además mantienen una química desde el año pasado que espero que siga manteniéndose».
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