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Tras hacer una gran temporada en su primer año en Málaga, Granger quiere dar un paso más en su carrera.
¿La pareja definitiva?

¿La pareja definitiva?

En siete temporadas, una veintena de jugadores ha desfilado por el puesto de base en el Unicaja

Juan Calderón

Viernes, 19 de septiembre 2014, 23:40

Llegar a un equipo como subcampeón del mundo sería un aval más que solvente en cualquier destino, en cualquiera salvo el Unicaja. Esta es la carta de presentación de Stefan Markovic. Sin embargo, el conjunto malagueño soporta una particular maldición en el puesto de base, una posición por la que en las últimas siete temporadas han desfilado una veintena de jugadores.

Resulta sorprendente, pero es un clásico de la planificación del club buscar un director de juego al final de cada temporada, a veces incluso dos. La maldición tiene fecha de comienzo. El final de la temporada 2007 marcó un antes y un después. Con la disolución del dúo formado por Pepe Sáchez y Carlos Cabezas dio comienzo el desfile de jugadores.

¿Ha acertado definitivamente el Unicaja apostando por Granger y Markovic? Posiblemente sí. El primero es uno de los valores más sólidos del equipo a día de hoy. En clara progresión, ayer decía en las páginas de SUR que está ante una temporada clave en su carrera. Hay quien ya apunta que su salto a la NBA o a un grande de la Euroliga puede producirse el próximo verano. Mientras tanto, su pareja será un jugador totalmente distinto, menos ofensivo, pero más sobrio en la dirección y en defensa. Titular en la Serbia subcampeona del mundo, al final de la temporada volverá a ser examinado.

El caso del Unicaja es para hacérselo mirar al propio club, pues en el resto de los grandes de la ACB sí hay una apuesta decidida con al menos un jugador en esta posición. Huertas en el Barcelona; Rodríguez, en el Madrid, o Heurtel, en el Baskonia, por poner algunos ejemplos. Granger podría ser el activo del Unicaja, pero eso se verá el 30 de junio de 2015.

El historial de bases del conjunto malagueño contempla todo tipo de estilos, nacionalidades y nombres. Sin duda, pocos se acercan al nivel mostrado por el dúo que formaron Pepe Sánchez y Cabezas. Con la marcha del genio argentino empezó la locura. El sustituto elegido para suplirlo fue el serbio Bojan Popovic, al que se le auguraba un gran futuro, pero que que incapaz de soportar la presión. Sergio Scariolo aprovechó una lesión de Cabezas para presionar y traer a Málaga a un Terrel Castle cuya carrera picaba hacia abajo.

La llegada de Aíto al banquillo tampoco puso cordura, más bien todo lo contrario, pues en esta etapa llegaron los grandes bandazos a la hora de fichar a un director de juego. Estaba Cabezas y la apuesta más sólida fue Omar Cook, que estuvo dos temporadas en las que no tuvo un compañero fijo. Primero el malagueño, que en 2009 se fue a Rusia seducido por los rublos del Khimki, y la solución no fue otra que situar a Gomis de base. Para complicarlo más todavía, el francés se lesionó en la pretemporada y comenzó la locura. Se fichó Pooh Jeter, Shammond Williams, Zabian Dowdell e, incluso el entonces jovencísimo Rafa Freire llegó a debutar. Ninguno de ellos continuó .

Se quiso solucionar el problema con un fichaje de garantías, y el Unicaja tiró la casa por la ventana para traer a Málaga a Terrell McIntyre, posiblemente uno de los fichajes más decepcionantes de los últimos años, y eso que llegaba con la vitola de ser uno de los mejores bases de Europa. Su tiempo había pasado y en el Unicaja encadenó lesión tras lesión. El problema es que como suplente tuvo a Panchi Barrera, una apuesta de Aíto, que resultó un desastre. El uruguayo fue cortado a mitad de temporada y se reclutó al veterano Roderick Blakney, que cumplió a la perfección, pero no evitó el desastre. Esa temporada, la 2010-2011 también jugaron Pepe Pozas y Carlos Cobos, otros dos bases de la cantera. La segunda ausencia en la Copa se llevó por delante a Aíto, y llegó Chus Mateo que solventó la papelata como pudo. Sin embargo, el madrileño tampoco dio con la tecla, pues eligió a Kristpas Valters y Earl Rowland. El primero era un tirador y no un base, y el segundo no se adaptó pese a sus enormes condicones. El cese de Chus Mateo trajo más cambios pues Luis Casimiro descartó a la pareja titular y apostó por Alberto Díaz y Berni Rodríguez. Entre ambos salvaron la papeleta.

Y con Repesa, otra pareja nueva: Marcus Williams y Earl Calloway. Al final de otro año convulso solo continuó el segundo, pues Williams y su particular baloncesto no era del gusto de Joan Plaza, que este verano también prescindió de Calloway al final de la temporada. Conocida por los aficionados fue la decisión de Plaza de utilizar a Vidal como base en varias fases de la temporada, un parche con el que evitó hacer jugar a Alberto Díaz.

Y ahí están ahora Granger y Markovic, dispuestos a acabar con la maldición, aunque los resultados deportivos y el mercado marcará el futuro de ambos. A priori, es una pareja en la que creer.

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