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Juan Calderón
Miércoles, 27 de agosto 2014, 23:30
Habrá quien se ha escandalizado al ver el titular de este reportaje, pero que no cunda el pánico. Vasileiadis no ha sido multado, lo fue en el pasado, pero conviene tener presente el pasado para ser consciente de que el alero griego que vuelve a ... Málaga siete años después es un jugador más serio, maduro y experimentado. Poco queda del alocado Kostas que celebró como pocos el título de Liga conquistado ante el Baskonia.
Verano del 2006, el Unicaja había ganado la Liga y casi sin recuperarse de los festejos, llegó la pretemporada. Tras los primeros exámenes médicos, los resultados no fueron especialmente positivos en algunos casos. Los informes llegaron a manos del por entonces director deportivo del Unicaja, Juanma Rodríguez, que rápidamente citó a Vasileiadis. El alero griego llegó con seis kilos más sobre su peso ideal. Por eso el club le impuso una multa de 6.000 euros, 1.000 por cada kilo de sobrepeso. Rodríguez recuerda aquella anécdota de vez en cuando, también el agente de Vasileiadis, Kostas Papadakis, que lejos de enfadarse dio la razón al club y agradeció la medida.
Siete temporadas después el Vasileadis que regresa a Málaga no tiene nada que ver con el jugador alocado de entonces. Todo en él ha madurado, tanto su juego como su carácter y forma de vida. Acaba de ser padre de un niño, algo que ha sido clave para que rebajase su caché para poder venir a Málaga y tiene algunos negocios inmobiliarios en su Salónica natal en los que ha invertido el fruto de su trabajo como jugador profesional; no conviene perder de vista que su experiencia profesional casi siempre en el extranjero lo ha curtido. Desde que salió de Grecia en 2006 para fichar por el Unicaja solo volvió a jugar una temporada y media en su país (Olympiacos y Paok), luego comenzó un periplo por Montegranaro (Italia) y Obradoiro, Bilbao y Efes. En todos sus equipos se hizo querer y dejó grandes amigos, como el malagueño Alfonso Sánchez, con el que volvió a coincidir en Santiago después de hacerlo en Málaga, o con el estadounidense Aaron Jackson, en Bilbao, al que considera su hermano negro. Su fichaje por el Unicaja desató la locura entre los aficionados, un empujón anímico más para un proyecto que pinta muy bien.
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