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El día señalado por la afición malagueña empezó muy pronto, a la hora de comer, cuando 26 componentes de Los Mihitas quedaron para almorzar en La Casita, donde empezaron a preparar el recibimiento que tenían previsto para el Unicaja a su llegada al Palacio de ... los Deportes Martín Carpena para disputar frente al Telekom Bonn la segunda semifinal de la 'Final Four' de la Basketball Champions League. Antes de las cinco de la tarde, sin embargo, el color que predominaba en el entorno del pabellón era el rojo intenso del Hapoel Jesuralén que se enfrentaba al Lenovo Tenerife en el primer choque. Más de 1.500 israelíes formaban una marea impresionante premonitoria de lo que ocurriría después en las gradas, donde se dejaron de notar de lo lindo.
A las seis de la tarde, mientras en el parquet el balón ya estaba en juego, el verde esperanza tomó el Palacio, que reunió a más de mil personas en los aledaños para el recibimiento al autobús del Unicaja, concentrado en Benalmádena como el resto de los participantes. Todos vestidos con la camiseta del equipo, banderolas gigantes, bufandas al aire y Los Mihitas llevando la voz cantante para animar a los jugadores.
Fue una acogida espectacular, como acostumbra la afición malagueña en las grandes ocasiones, que no cesaba de crear el ambiente idóneo antes de un partido para la historia. Los jugadores, una vez dentro del Palacio, se sentaron en uno de los fondos para ver la evolución del choque, que ya estaba en el tercer cuarto y en ese momento de claro dominio israelí. Ahí se produjo otro momento vibrante, cuando los jugadores abandonaron sus asientos para dirigirse al vestuario y el público puesto en pie los despidió al grito de 'sí se puede, sí se puede'.
En ese momento, el Carpena ya presentaba un aspecto increíble lleno de colores, con el rojo ocupando de arriba a abajo media tribuna y un lateral lleno, mientras el amarillo canario, con unos 365 tinerfeños se situaban frente por frente en la grada superior, en cuanto a los 450 alemanes que acompañan al Telekom Bonn apenas se hacían notar, solo la camiseta blanca de su indumentaria les diferenciaba del resto, excepto en un momento cuando al unísono decidieron apoyar al Hapoel ante la algarabía de los israelíes. Pero el verde malagueño era el color dominante, con más de seis mil personas decididas a llevar en volandas al Unicaja hacia una final muy anhelada.
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