Imagen de la gala que se celebró en el Cervantes

El miedo al cambio

Domingo, 30 de abril 2023, 02:00

El pasado lunes, con notable presencia institucional y social, se cerró con una gran gala en el Teatro Cervantes la celebración de los actos conmemorativos del 30.º aniversario de la creación del club Unicaja Baloncesto, fruto de la fusión de los dos clubes malagueños ... profesionales que militaban en la Liga ACB, el Caja de Ronda y el Mayoral Maristas. Treinta años después podríamos estar de acuerdo en que unir fuerzas supuso una oportunidad bien aprovechada y un paso decisivo a la hora de conformar alrededor de este deporte una gran masa social, robusteciendo sobremanera a quien ya es considerada unánimemente, dentro y fuera, como una fiel y entendida afición al baloncesto y afianzando al club resultante en Europa y en la élite del baloncesto español, preludio imprescindible de tantas grandes tardes vividas, los grandes éxitos que llegaron y los que seguro que están por venir.

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Sin embargo. muchos fueron los que en aquellos tiempos y desde diferentes ámbitos se opusieron vehemente a esta fusión, condicionados por la que fue, y que por entonces aún estaba en el ánimo de todos, una enorme rivalidad deportiva que, es justo reconocer también, nos hizo mejor a todos. Al fin y al cabo no dejaba de ser una reacción natural y humana al cambio, que se produce, como vemos frecuentemente (podíamos poner muchos ejemplos) en muchas facetas de la vida, donde las emociones acaban siempre siendo las responsables de las resistencias a algo que, algunos más que otros, vivieron como una pérdida, pero que no fue más que un proceso necesario y pensado, no fruto del capricho de nadie y que vino para quedarse (aunque nunca se pueda decir en esta vida que haya nada definitivo).

Emociones asociadas a la sorpresa y a la negación, al miedo que podía suponer este cambio y por cómo nos podía afectar a cada uno de los que formábamos parte de la situación previa a la fusión, que se escenificaron a través de críticas y quejas, para después empezar poco a poco a vivir el nuevo club, a comprobar su funcionamiento aunque solo fuera para intentar demostrar que no era buena opción. Los resultados positivos empezaron a llegar, primordialmente gracias a aquel subcampeonato de Liga que supo a gloria y también al rendimiento de una prolífica cantera tanto en su participación en el primer equipo como en el resto de los niveles de formación que nos daba alas para soñar. A partir de esos momentos llegaba la verdadera integración. Todos nos empezábamos a sentir parte de algo grande e igualmente implicados en un proceso de mejora constante que, sin duda, nos ha traído aquí. No fue, en cualquier caso, un camino fácil para nadie.

Pero lo que sobre todo trajo consigo la fusión fue la oportunidad de reivindicar nuestro potencial tras la suma de voluntades y la profunda transformación emprendida, de demostrar de una vez por todas y transmitir a propios y extraños que, en una España baloncestista polarizada entre Madrid y Barcelona -pero con el incuestionable apoyo en el tiempo de la entidad financiera Unicaja-, Málaga se rebelaba porque nos sentíamos capaces de hacer un trabajo al más alto nivel, a ponerla en el mapa de las mejores en el panorama nacional, fortaleciendo hasta donde fuera posible nuestra autoestima y la de nuestro jugadores para que se sintieran capaces de competir con cualquiera y sin ningún tipo de complejos, actuando con un altísimo nivel de compromiso, autoexigencia, ambición y mentalidad ganadora que se contagió rápidamente a los despachos, a la grada, a la afición y a los periodistas, que también han sido determinantes y protagonistas, casi siempre para bien, de este proceso.

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Es de justicia, por tanto, felicitar al club por tomar iniciativas como esta que no solo nos hacen rememorar el pasado y los hitos más importantes de su historia, sino que también han de servir a modo de homenaje a los muchos hombres y mujeres que desde la entidad bancaria, la afición, las salas de redacción de los diferentes medios de comunicación, las oficinas del club y las canchas de juego de la ciudad y de la provincia, de cantera o del primer equipo, antes y después, lo han hecho posible. Dar a conocer la historia es una obligación de todos para que los más jóvenes no olviden, eviten los errores cometidos y aprendan a valorarla en toda su dimensión; para que sepan cuidar con mimo y engrandecer en lo posible la importancia de este legado que no es fruto de la casualidad y sí de la ilusión y el esfuerzo de muchos.

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