Muchas veces a las personas se las conoce por la opinión que otros tienen de ellas, por sus acciones, por su trabajo y la función que realizan para una empresa, para la sociedad o, en este caso para un club como el Unicaja. Si preguntan por María del Mar Lucio-Villegas escucharán frases como: «Es una tía fantástica», «Hace un trabajo increíble con los niños» o «Es la mamá de todos los chicos de la residencia». Como se puede comprobar, el título de este reportaje, no es casual, sino que es el fruto de una fama ganada a pulso.
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Se la presentamos. María es una trabajadora del Unicaja que se encarga de velar por la educación, control y comportamiento de todos los jugadores becados por el club y que se pasan el año en la residencia de La Térmica. Dicho así, suena frío y no hace justicia a su labor. Es la madre en Málaga de chavales que viven, estudian y juegan aquí pero que son de otras provincias o de otros países, que se pasan meses solos, que están en una edad clave para su formación, que pasan por buenos y malos momentos, y que son niños que parecen hombres por su altura, pero que no dejan de ser niños con todo lo que ello conlleva.
María vive con ellos en la residencia. Los levanta para que no lleguen tarde al desayuno y tampoco al colegio. Los acompaña si hay que ir a las tutorías o al médico y les gestiona cualquier tipo de documentación. Reconoce que es muy exigente y observa con rigor si las habitaciones están ordenadas, si limpian bien los platos y que coman adecuadamente. «Soy 'la señorita Rottenmeier' de ellos. Soy dura y exigente. Las normas están para cumplirlas. Para mí si llegan un minuto tarde eso ya es muy tarde. Un cinco es mala nota y las habitaciones tienen que estar recogidas. Al principio siempre es un pulso, pero luego se van acostumbrando. Tienen que estudiar sí o sí. Los estudios son lo primero», cuenta.
Como ven es el trato que cualquier madre o padre daría a sus hijos, por eso entre María y los niños becados del Unicaja hay una confianza total. Es una gran familia. «La realidad es que yo tengo allí 21 niños. Por ejemplo, con los que dejan Málaga sigo manteniendo contacto, porque son parte de la familia. Me da un poco de pena cuando se van, pero entiendo que es para bien y por eso no lo siento tanto», cuenta.
Momentos especiales
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Al ser una gran familia, cada debut de alguno de ellos con el primer equipo se vive de forma especial. Muy celebrados fueron los estrenos en la élite de Lucas Muñoz y Pablo Sánchez, recientemente, o el de Ismael Tamba. «Lo de Lucas fue exagerado, pero más alegría me dio cuando fue a debutar Pablo y Lucas movilizó a todo el mundo en la grada y, claro, me salieron las lagrimitas. Lucas fue un apoyo total para mí y para todos», reconoce sobre el ahora base del C.B. Marbella. El contacto con la familia de los chavales también es diario, para ver cómo van en los estudios, en sus equipos y para darles ánimos, porque al fin y al cabo son niños que viven lejos de sus padres durante muchos meses y es difícil para las dos partes.
Estos días vive una situación especial, porque María en lugar de irse a su casa, es nacida en Sevilla, pero afincada en Cádiz, optó por quedarse en la ciudad para cuidar de los tres jugadores africanos de la cantera, Yannick Nzosa, Pierre Waly Sene y Souleymane Pinda Traoré, todos del equipo júnior/EBA. La residencia de La Térmica se cerró nada más decretarse el estado de alarma y todos los becados del club, son 21, volvieron a sus casas salvo los africanos. Ella, junto a los tres jugadores y Ulises Salgado, otro de los tutores, se trasladaron a dos pisos propiedad del club, justo al lado de Los Guindos, que habitualmente usan jugadores más mayores. Al margen de la plantilla profesional y de la del equipo femenino, son los únicos jugadores del Unicaja que están fuera de sus hogares.
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Para ellos la cuarentena está siendo muy particular por estar lejos de sus países, así que los estudios tanto escolares como de baloncesto, que les manda Antonio Herrera, les ocupan la mayor parte del tiempo.
Nzosa y Traoré estudian cuarto de la ESO y Pierre un grado medio de Administración y Dirección de Empresa. Salvando sus problemas con el idioma, su actitud para los estudios es máxima. María cuenta una anécdota sobre Nzosa, uno de los grandes talentos ahora mismo en Europa a sus 16 años. «El primer día que llegó a Málaga, entré en su habitación y le pregunté qué estaba haciendo para ver si necesitaba ayuda. Me dijo que de las matemáticas se encargaba él. Los profesores están súper contentos con él. Ha sacado casi todo notables. Souly (Traoré), que el año pasado tenía problemas con el idioma, este año ha aprobado todo el trimestre, mientras que a Pierre le está costando un poco más porque la Formación Profesional es más compleja, pero trabaja mucho. Yo alucino con lo aplicado que son», explica María Lucio-Villegas.
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Este es el trabajo de formación que no se ve cuando un canterano del Unicaja debuta en la élite. Detrás hay personas como María que se encargan de que durante su estancia en la cantera se forme también a nivel intelectual para que sean mejores personas además de buenos jugadores.
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