Un extraordinario arranque de partido por parte del Unicaja que, a pesar de fallar desde la línea de tres puntos, dominaba con claridad el marcador gracias a su superioridad interior en ambos lados del campo. Nzosa en defensa y Thompson en ataque marcaban esa diferencia. ... El estadounidense era superior a Eyenga y el joven congoleño se convirtió en un muro insalvable para el acceso de los locales a la canasta malagueña. Para colmo, enseguida apareció el acierto triple, aunque Katsikaris lo supeditaba todo a su exigencia defensiva. El 12-30 del cuadro malagueño en el primer cuarto condicionó ya de manera decisiva el resto del partido y el resultado. Los locales, sin Trimble, su líder natural, ya no tuvieron capacidad para compensar esa diferencia. A partir del segundo cuarto, el Unicaja se mantuvo en el partido sin los miedos de otros días, pero su juego perdió la brillantez y el equilibrio excepcional de los primeros diez minutos. Con Eyenga como 'tres', los locales encontraron una vía de anotación por la superioridad del congoleño sobre Waczynski cerca de la canasta. Katsikaris encontró enseguida una solución situando a Suárez como alero puro, algo que no será un invento extraordinario, pero el madrileño ya lleva muchos años en Málaga y uno no recuerda la última vez que lo vio como 'tres'. Pasados los minutos, para mantener ese quinteto con el trío de hombres altos, el técnico griego recurrió también a una zona 2-3.
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Tras el descanso, Juárez desistió de su intento y volvió a colocar Eyenga por dentro para jugar con hombre más 'pequeños', por eso Suárez volvió al banquillo tras anotar otro triple. El juego del Unicaja, manteniendo el tono defensivo, se parecía ya mucho al de siempre, con liderazgo alternativo en ataque de Bouteille y Brizuela, predominio del perímetro y más individualidades que otra cosa. Cuando volvió Alonso, el juego colectivo no le permitía situaciones de tiro y tuvo que poner el balón en el suelo más de lo habitual, detalles que quedan para otro día, porque ayer lo único importante era salvar el escollo, reencontrarse con la victoria y eludir una situación que se podía poner muy fea.
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