Una línea muy fina

La acumulación de partidos, el cansancio y la presión que sufren los equipos se va notando en el devenir de los partidos. Hay muchos jugadores tocados que no tienen tiempo para recuperarse, parciales desconcertantes a favor y en contra, y algunas situaciones extrañas que están siendo más recurrentes de lo habitual.

El Unicaja se dejó sus opciones contra un equipo, el Baskonia, que hace un juego muy físico y que llegó a esta fase final con jugadores muy importantes recién incorporados de lesiones largas.Sin embargo, Ivanovic no ha especulado en ningún momento y el esfuerzo exigido le está pasando factura, pero para él no hay excusas y su fe le ha llevado a semifinales. La última esperanza del Unicaja pasaba porque en un hipotético triple empate se diera la carambola que lo metiera en semifinales (que de producirse en el grupo B puede dejarnos alguna sonada sorpresa) pero se esfumó en la derrota del Joventut contra el Tenerife.

El Unicaja contra el Bilbao sólo se juega la honra y dejar la mejor imagen posible a su afición, que no es poco.Se irá con el regusto amargo de quien podía haber logrado mucho más, porque no supo cerrar un partido que tenía prácticamente ganado, eso es precisamente lo mejor que hace Rafa Nadal, lo que acaba distinguiendo a los equipos buenos y a los buenos jugadores de la excelencia. Una línea muy fina que separa el éxito de lo que no lo es. Un todo o nada muy peligroso que ni puede empañar las cosas buenas que hemos visto en este equipo ni la visión crítica de sus responsables en la conformación, casi acabada, de su plantilla.