El Unicaja es uno de los pocos equipos limpios de una Liga Endesa que está al borde del colapso por el impacto de la variante ... ómicron en las plantillas. La propagación de los contagios entre los jugadores ha sido tan rápida y fuerte que es muy difícil que las próximas jornadas se puedan afrontar con normalidad. De los nueve partidos previstos para esta semana sólo se han podido jugar cuatro y uno de ellos, el que enfrentó anoche al Casademont Zaragoza con el Baskonia se retrasó tres horas debido a la detección de un positivo en las filas vascas en el último momento. El Baskonia jugó tan mermado por las bajas que se llevó una paliza terrible de un rival que estaba al completo. La competición se está viendo desvirtuada por tantas ausencias, pero incluso en esto no hay un control riguroso o al menos fiable.
Resulta llamativo que en la asamblea de urgencia celebrada el lunes los responsables de la Liga y los clubes no acordasen recuperar el protocolo de la campaña pasada que tan bien funcionó, con test cada 48 horas antes de los partidos. Entonces, una empresa contratada por la Liga se encargaba de hacer los test y notificaba los contagios a la ACB y a Sanidad. Se sabía quién y cuántos jugadores habían dado positivo. Ahora esto depende de los clubes y si las bajas son de jugadores importantes o se considera que afectarán al potencial del equipo, nadie puede controlar lo que se haga. Hay que confiar en la buena fe de los clubes...
Los brotes en las plantillas son tan grandes que será complicado recuperar la normalidad, por mucho que se haya ampliado el final de la primera vuelta hasta el 30 de enero. En la NBA las franquicias están contratando jugadores de los equipos de la Liga de Desarrollo para mantener viva la competición y aun así se han aplazado partidos, pero esto en España no es viable. Lo mismo ocurre en la Euroliga, con equipos como el Asvel, Real Madrid, Fenerbahçe, Olympiacos, Efes o Armani Milán totalmente infectados y sin poder entrenar.
El fin de semana en la ACB se presenta 'terrorífico', pues es previsible que aparezcan más contagios, incluso entre los pocos equipos que quedan limpios. La posibilidad de que la competición no sea viable es ya una realidad.
Pero el deporte es fiel reflejo de lo que está ocurriendo en otros sectores. Nadie quiere parar porque hay mucho en juego. Los clubes todavía no se han recuperado del porrazo que la pandemia dio a sus economías y otro parón sería insostenible. Como lleva sucediendo desde que comenzó la pandemia, habrá que poner en una balanza la economía y la salud. En algunos países como Alemania ya se juega a puerta cerrada. En Grecia se ha limitado el aforo a 1.000 personas y en España se va en esa dirección pese a la enorme presión del fútbol.
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