Ibon Navarro y el título de los siete pívots

Ibon Navarro Pérez de Albéniz (Vitoria, 1976) ha pasado en sólo tres años de estar en el paro, de generar dudas en su primera etapa en el Unicaja a ganar cinco títulos y jugar seis finales. «Estaba fuera», reconoce un directivo del Unicaja en el aeropuerto antes de montarse en el vuelo que trajo la Copa a Málaga. Ahora el técnico del equipo malagueño es el hombre del momento en la Liga ACB. Todos le quieren, pero el quiere estar en Málaga. Al menos, su renovación hasta 2027 manda ese mensaje de estabilidad. El caballo ganador es ahora el club cajista.

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Navarro es el mejor ejemplo de lo caprichoso del deporte profesional. Cuando en diciembre de 2022 el Andorra lo destituyó, su idea era no entrenar. Tenía preparado un viaje para ver baloncesto por Europa. Este licenciado en Ciencias Química estaba saturado de los banquillos después de los malos meses vividos en el club andorrano. En ese momento, en Málaga se gestaba una catástrofe que se confirmó un par de meses después. La destitución de Katsikaris colocó a Navarro ante su mayor desafío, pero también ante su gran oportunidad. Sentarse en un banquillo como el del Unicaja es algo que se presenta pocas veces. Lo que vino después es historia, a pesar de esa media temporada aciaga que casi lo saca del club.

Todo lo que está pasando ahora se gestó en el verano del 2022. La limpia en la plantilla trató de acabar con el aspecto «uniforme» a nivel emocional del grupo. Así lo definió el técnico. Hacía falta relanzar el espíritu del vestuario y sólo quedaron tres jugadores. En tres temporadas el Unicaja sólo ha fichado a cinco profesionales: Sima, Taylor, Pérez, Tillie y Balcerowski, lo que dio como resultado un equipo con siete pívots, pero que también indica un cuidado extremo de los profesionales. El técnico está implicado al máximo en la gestión física. Ahí la mano del preparador Marcos Cerveró y su famosa tablet ha sido clave. Él y todos los que componen el cuerpo técnico quedaron renovados cuando Ibon dio el sí a su ampliación de contrato. Otro detalle de complicidad en un grupo con gran comunión.

El asunto de los siete interiores que tanto dio que hablar, ha sido un ejemplo de cómo el técnico gestiona las plantillas. Es obvio que cuando se gana todo es más fácil, pero hay que hacer que el jugador lo entienda. «No sé gestionar un equipo con siete pívots. Tendré que aprender. Yo dirijo el equipo, pero no el club», lanzó el día antes de poner rumbo a la Intercontinental, consciente también de que esa configuración alteraba el orden emocional del grupo. Meses después de aquello, en el título de la Copa, el papel de los pívots ha sido capital. Ahí están los ejemplos de Sima y Kravish, que reventaron al Tenerife y al Madrid. Navarro está demostrando que con las herramientas adecuadas puede construir un equipo campeón al que no se le ve techo.

No se le ve porque nadie ha sido capaz de copiar cómo juega este Unicaja o dicho de otro modo, no ha encontrado la fórmula de cómo para pararlo. «¿Cuántos equipos intentan correr como nosotros ahora? ¿Cuántos equipos intentan jugar con 12 jugadores como nosotros ahora?», preguntaba en la entrevista que concedió a SUR hace unos meses. Pero Navarro es consciente de que los rivales buscan soluciones al juego de este Unicaja, por eso siempre parece estar ocupado, siempre parece que tiene prisa. Prisa por seguir ganando...