Ilusión a pesar de las dudas
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El Unicaja comienza una temporada atípica con un equipo sobrado de hombres con capacidad para anotar triples, pero con pívots que no muestran calidad ni en ataque ni en defensaQué difícil va a resultar olvidar la primavera de 2020, una Semana Santa robada, la pérdida de momentos familiares y sentimentales, la tragedia, las vidas, la pena, el sufrimiento y las consecuencias en la economía, la salud, la cultura y el día a día de la gente. Todo eso es lo que cuenta, pero a muchos de nosotros, tantas semanas sin salir de casa, también nos faltaron algunas cosas menos importantes, como el baloncesto. La ilusión que nos despertó la presencia del Unicaja en la final de la Copa del Rey de Málaga, la extraordinaria respuesta de club con la incorporación de Bouteille, Simonovic y Mekel, que nos hizo soñar con los grandes momentos de la era Scariolo. Todo aquello, tan bonito y tan ilusionante, se fue al limbo. La visita semanal al Palacio de los Deportes, el arranque de las eliminatorias de la Eurocup o poner la tele en casa y no ver a nuestros admirados gigantones practicando ese juego de la canasta que tanto nos gusta fue también una privación dura. Por eso, a pesar de no poder disfrutar de una presencia viva en los pabellones deportivos, vivir a través de la televisión de la Fase Final de Valencia, aunque fuera en formato exprés, fue una idea extraordinaria y un gran éxito de la Asociación de Clubes, por más que al final haya tenido que acabar pagando las consecuencias de aquello con la aceptación en la competición de un equipo más.
La pausa veraniega resultó más corta que nunca y, aunque las dificultades de la maldita pandemia siguen lastrándonos la vida de manera significativa, el baloncesto se ha dado prisa en volver, por si acaso a algunos nos puede ayudar a vivir mejor. Primero fueron las noticias y especulaciones sobre los fichajes, quizás menos que en otras ocasiones, después el comienzo de los entrenamientos, los primeros amistosos, la Supercopa, con una final a la que no le faltó de nada, y ahora ya está aquí la liga Endesa. La ausencia de público en los partidos será la constatación de que este negocio está aún en vías de reconstrucción, pero los apasionados, que somos muchos, no nos despegaremos de la tele para seguir la marcha de nuestro equipo.
Muchas circunstancias que no son habituales, como la presencia de todos los jugadores por la suspensión de los Juegos Olímpicos o la coincidencia en el tiempo de los 'play-off' de la NBA con la pretemporada europea, todo ello tras varios meses sin baloncesto, han hecho aflorar, con más claridad que nunca, la evolución del juego. En el aspecto defensivo, mientras en la NBA los equipos se plantan en zona o, incluso, hemos podido ver defensas mixtas con cuatro hombres en zona y uno al hombre, aquí en España las defensas individuales parecen más intensas que nunca, con cambios de hombre, rotaciones feroces y 'dos contra uno' descarados, lo que deja ver con claridad la universalización de nuestro juego y en tela de juicio en qué sentido, si de allí para acá o de aquí para allá, se mueven las influencias.
Ofensivamente, el criterio parece más uniforme: los tiros a media distancia cada vez tienen menos importancia. Se intentan canastas debajo del aro, que son más seguras, o desde lejos, que valen tres puntos. Los triples dejaron de ser un accidente para convertirse en acciones continuas en los partidos y los jugadores lo intentan siempre que pueden, sin importar en absoluto que la oportunidad se presente en los primeros segundos de la posesión. Los pívots, cada vez más escasos en Europa, también tiran desde fuera, con la idea de dejar espacios libres en una zona por la que puede transitar cualquiera.
Con todas estas premisas, el Unicaja, al menos en la faceta ofensiva, parece instalado en el último grito de la moda, ya que le sobran hombres con capacidad para anotar desde la línea de tres puntos, especialmente tras las incorporaciones de Francis Alonso y Tim Abromaitis, pero lamentablemente ahí se acaba la modernidad del equipo malagueño. Los pívots no tienen ni calidad ni fortaleza para anotar cerca del aro y mucho menos desde lejos, lo que condena al Unicaja, por lo visto hasta el momento, a atacar con un hombre menos, algo que acabará por influir negativamente en la capacidad del equipo para anotar desde el perímetro. Todas estas dificultades a la hora de encestar pueden acabar siendo un problema considerable, aunque no el único ni quizás el principal, ya que este alarmante desequilibrio se manifiesta aún con más crudeza en el apartado defensivo.
El Unicaja, en esta pretemporada, se ha mostrado incapaz de proteger su propio aro y también en muchos casos con un déficit de rebotes muy alarmante. Tanta inconsistencia de los hombres altos impide al cuadro malagueño montar una defensa agresiva e intensa al estilo de lo que vimos el pasado domingo en la Supercopa de Tenerife y que parece imprescindible para moverse entre los mejores equipos de la competición. Además, esta debilidad bajo el aro propio también resta oportunidades al ataque, ya que las continuas canastas fáciles del contrario privan de posibilidades de salir al contragolpe con un mínimo de ventaja.
Comprobada, hasta hoy, la enorme capacidad del equipo para anotar desde la línea de tres puntos, la situación pide a gritos la llegada de un pívot que dote al juego del Unicaja de ese equilibrio que tanto necesita. Ya sabemos que la NBA deja pocos pívots sueltos por el mundo y que encontrar un hombre alto que aporte solvencia en los dos lados del campo no es fácil ni barato, pero al menos merece la pena intentar incorporar a un hombre fuerte que sume defensa, rebote y aproveche debajo del aro las facilidades que otorgan las defensas contrarias más preocupadas con defender a los tiradores, aunque no tenga los movimientos de pies de Hakeen Olajuwon.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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