Dos operarios retiran el escudo del Unicaja del parqué del Palacio tras el último partido de la Liga. ÑITO SALAS

Identidad frente a necesidad

QUINTO CUARTO ·

Cuesta entender que dos jugadores que eran los últimos en la rotación exterior e interior asuman la culpa de lo que ha pasado

Viernes, 28 de mayo 2021, 00:09

El Unicaja se encuentra en momento clave para su futuro inmediato, pero tiene tantas vías de agua que es imposible tapar una cuando ya entra ... agua por otra. En los últimos días se ha generado un amplio debate sobre cómo debe ser el próximo proyecto, quién lo debe comandar y quiénes lo deben integrar. Todo lo que ocurra en las próximas semanas estará marcado por la compleja situación económica que vive la entidad por la decisión de la Fundación Bancaria de eliminar su aportación al presupuesto y por los importantes contratos que el club tiene comprometidos con siete jugadores para las siguientes campañas.

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En medio de todo esto, la más que probable renovación de Katsikaris plantea dudas sobre qué pasará con dos de los jugadores malagueños que tiene el equipo, Francis Alonso y Rubén Guerrero. El debate no se genera por arte de magia, sino que surge por la utilización que el griego ha hecho de ambos en los tres meses que lleva en Málaga. El futuro de ambos en el Unicaja es incierto, no hay que engañarse.

Esta situación coloca a la entidad de los Guindos en una encrucijada de difícil solución. Durante muchos años el aficionado que paga su abono ha demandado tener más identificación con lo que veía en la pista. Quería tener ciertos lazos de conexión con jugadores nacionales, canteranos y malagueños. El Unicaja logró algo muy difícil, tener a un grupo de españoles y jóvenes de la casa que cubría ese vacío afectivo (Díaz, Fernández, Brizuela, Guerrero y Suárez). El proyecto cajista recibía elogios y se ponía como modelo a imitar porque casi todos estaban, además, en el círculo de la selección española. La incorporación de Francis Alonso y Yannick Nzosa con el excelente rendimiento que han dado, aunque empezasen con la ficha doce y trece, fue la guinda. Sin embargo, los errores cometidos en la planificación el pasado verano, unidos a la compleja situación del coronavirus y un Carpena vacío, ponen el peligro el modelo buscado durante tanto tiempo. Me cuesta entender que dos jugadores que eran los últimos de la rotación exterior e interior, con los salarios más bajos, asuman la culpa de lo que ha pasado de diciembre a mayo. No me cabe en la cabeza.

El Unicaja necesita recomponerse con menos dinero y un gran lastre en forma de contratos, pero debe hacerlo con tiento, sea quien sea el que toma las decisiones, esté en Málaga o en Sevilla... A ese aficionado que ha padecido esta penosa temporada delante del televisor habrá que venderle un abono y, aunque está deseando regresar al Carpena, querrá volver a sentirse identificado con sus jugadores y palpar que ellos también saben y sienten lo que es el Unicaja; que lo sufren. Sin embargo, ese aficionado también querrá que su equipo sea mejor que el de esta temporada, más competitivo y fuerte, aunque no repara en que hay menos dinero... Cualquier decisión que se tome parecerá mala y habrá quien planteará múltiples alternativas para mejorarla, porque de esto sabe todo el mundo. Será vital que el club tenga claro cuál es su proyecto y cómo desarrollarlo. El equilibrio entre identidad y necesidad es complejo y peligroso. Ténganlo en cuenta.

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