Los méritos de un equipo identifican al buen técnico

Son admirables las jugadas vistosas, la calidad técnica en el tiro, en el manejo del balón o del poderío físico, pero sólo podemos empezar a distinguir en cualquier cancha, de cantera o del máximo nivel, al buen entrenador cuando su equipo representa sacrificio y humildad en el esfuerzo, generosidad a la hora de compartir el balón, la aceptación en el reparto de los roles, en la búsqueda, desde la máxima exigencia y la noble competencia, del rendimiento colectivo a través del de todos y cada uno de sus jugadores, ofreciendo confianza y paciencia, eludiendo el miedo y el cortoplacismo de quien se maneja entre titulares eternos y sempiternos suplentes, porque los grandes desarrollos tácticos, el crecimiento de un equipo y los grandes resultados y desafíos solo se alcanzan desde ahí. Aunque en las dinámicas ganadoras es mucho más difícil detectar la mala calidad de algunas costuras y que para bien o para mal un entrenador profesional no es más que lo dictan los resultados, caeríamos en un error si simplificáramos tanto las cosas, porque un gran equipo es mucho más que eso y un gran entrenador, independientemente de la inmediatez de estos, son esos méritos, el esfuerzo y la determinación que sus jugadores muestran cada día en la cancha. Es por todo esto por lo que a las puertas de sus cien partidos en Málaga yo me declaro un firme admirador del baloncesto de Ibon Navarro.