El Unicaja reacciona a tiempo con tres victorias consecutivas cuando más cerca que nunca tenía la amenaza del descenso, lo que le permitirá evitar al equipo y a su afición la angustia que se sufre batallando en la parte baja de la clasificación y para ... empezar a mirar, ¿por qué no?, más hacia arriba que hacia abajo e, incluso, para ver la eliminatoria de cuartos de final de la Champions League con optimismo, como una oportunidad que le reconcilie con la afición y que de paso justifique la controvertida decisión de esta temporada de abandonar la Eurocup, contra un Manresa que vive su mejor momento desde que ganara la liga en la 97-98.
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El método de Ibon Navarro parece que funciona y está logrando, no sin dificultad, sacar al equipo adelante y, para empezar, de la indolencia defensiva que le ha acompañado durante gran parte de la temporada, de las principales carencias ofensivas a la hora de compartir el balón y de que cada uno acabara haciendo la guerra por su cuenta, logrando un mayor equilibrio en todas las facetas del juego, con mayor aportación global, con mejor selección en sus tiros, siempre con un pase más, con un juego mucho más coral, con mucha mejor actitud y también con mucha más alegría en los rostros de sus jugadores.
Cierto es que que el equipo ha integrado en sus filas a tres nuevos hombres para cubrir sus limitaciones, que ofrecen más físico y más soluciones técnicas y tácticas al entrenador, para fortalecer un juego interior que no ofrecía las suficientes garantías y para suplir a un Cole en el exterior que no nunca supo adaptarse a sus necesidades ni a las del club (como ha dejado patente de nuevo en sus recientes declaraciones), aunque Oliver y Mooney aún muestren falta de adaptación a la liga, extralimitándose en muchas ocasiones en ataque pero aportando músculo, energía positiva y calidad. Como también es cierto que parece que Ibon ha dado con la tecla para la mejoría general de algunos de sus jugadores que andaban sumidos en un bucle de rendimiento irregular y de vicios adquiridos poco rentables para el equipo y de los que tanto cuesta salir.
El entrenador parece abierto a todo y a todos, es plenamente consciente de lo que se juega, variantes tácticas, motivación y liderazgo, dando oportunidades a cada uno de sus jugadores como y cuando los necesita, mostrando capacidad de reacción.
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A Alberto Díaz poco le importa quién le acompañe en el puesto de base o quién esté al frente del banquillo. Él continúa como referencia indispensable en la cancha, marca el nivel defensivo y pone orden y cordura en ataque, mejorando cada día su capacidad de anotación. El talento y los minutos de Darío Brizuela en cancha gestionados por su entrenador son ahora más útiles al servicio del equipo, uniendo a su arrollador capacidad para anotar y para ver el aro como una piscina de grande una mejora considerable por momentos a la hora de compartir el balón. Barreiro tiene su rol más definido: su aportación en defensa y la mejora de su confianza en ataque le hacen cada vez más previsible y regular. Alonso está demostrando que su esfuerzo callado durante meses a la hora de intentar mejorar en tareas defensivas y otros intangibles le ha hecho un jugador más completo y competitivo, que le permite tener más minutos en la cancha, y con ellos, alcanzar más regularidad y consistencia en su juego para poder, ahora sí, desarrollar en las mejores condiciones emocionales posibles sus grandes dotes de tirador. Rubén Guerrero ha dado recientemente sus mejores minutos de la temporada, mostrando más energía en sus acciones, empleándose a fondo en defensa y demostrándose a sí mismo y a los demás su enorme potencial. Él no tiene un problema de actitud, más bien todo lo contrario, pero, en mi humilde opinión, debe aprender que para llegar a ser verdaderamente competitivo y útil en este nivel ha de poner en cada acción toda la energía, ambición y confianza que le sea posible alcanzar y un poco más.
La constancia y regularidad de Abromaitis contrasta con la que le falta a Bouteille para que su enorme capacidad ofensiva sea definitivamente y cada día una amenaza real para todos sus contrarios. De la misma manera, devolver a la dinámica de grupo a Jaime Fernández sin que afecte negativamente a la evolución que ha experimentado el equipo y a la sensible mejoría de sus compañeros con los que comparte puesto son algunos de los retos que tiene el entrenador por delante para dar el siguiente paso.
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Es lo que tiene este negocio, que las victorias hacen que el optimismo, como el agua, siempre se abra paso.
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