La expectación fue máxima esos días en la ÑITO SALAS

Los otros héroes de la final de 1995

25 años del subcampeonato de Liga del Unicaja ·

Aficionados que vivieron los duelos entre el Unicaja y el Barcelona rememoran aquella final de Liga y analizan lo que supuso para el baloncesto en Málaga

Miércoles, 20 de mayo 2020, 00:24

Hubo un antes y un después para el baloncesto en Málaga. La final de la Liga ACB de 1995 entre el Unicaja y el Barcelona cambió la mentalidad de miles de malagueños hacia el deporte de la canasta, que a partir de ese momento ... comenzó un crecimiento sensacional que permitió que el club cajista se convirtiese en uno de los más importantes de España. SUR viene recordando desde hace más de una semana lo que se vivió en aquella primavera en la que Ciudad Jardín rozó la gloria alrededor de un equipo que forma parte de la memoria de la afición para siempre.

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Como es lógico, nombres como Ansley, Nacho Rodríguez, Babkov, Miller, Ávalos o Romero son parte de la historia, pero quizá lo más importante para la ciudad fue que a partir de ese momento cientos de personas se quedaron 'enganchadas' al baloncesto. Este periódico contactó con algunos de los aficionados que esos días abarrotaron el pabellón de Ciudad Jardín o que realizaron viajes interminables para apoyar al Unicaja en los encuentros disputados en el Palau Blaugrana. Todos recuerdan a la perfección qué sintieron, cómo lo vivieron y qué supuso en sus vidas.

Carmelo Sicilia

La suya es una historia muy curiosa. Tenía 21 años en 1995 y llevaba uno de abonado. Puede que tenga el récord como el aficionado del Unicaja que más partidos ha visto en directo. «Sólo me he perdido tres desde entonces», advierte. Lo curioso es que uno de ellos fue el tercer encuentro de la final ante el Barcelona. «Me partí el tobillo el día antes jugando al baloncesto y no me dejaron ir, así que en el cuarto, el del triple de Ansley, allí estaba yo con mi escayola todavía fresca. Es uno de los tres partidos que me he perdido desde entonces». Sicilia mantiene hoy en día su afición por el Unicaja y es un buen ejemplo de cómo el baloncesto 'atrapó' a miles de aficionados en aquellos días. «Nunca fui ni del Caja de Ronda ni del Mayoral Maristas; yo era del Madrid porque era el que más ponían por televisión entonces... Me hice del Unicaja en un partido contra el TAU en el que ganamos en la prórroga. Era aficionado del Madrid, pero ser del Unicaja se convirtió en una filosofía de vida. Mire, en Italia, cuando el Roma gana la Liga de fútbol la celebran durante cuatro meses, y la Juventus, durante un día. Pues igual, nosotros lo celebramos como si hubiésemos ganado el título, porque eso fue lo que sentimos». Lo dice una persona que ha tenido la suerte de ver todos los títulos del club en directo, menos el de la Eurocup, o que salió del Buesa Arena en pleno partido para comprar el champán con el que el Unicaja celebró el título de Liga en 2006.

Manuel Moya

Socio histórico del Unicaja, 36 años como abonado lo contemplan. Se sienta detrás del banquillo local en el Palacio de los Deportes porque es el mismo lugar que ocupaba en Ciudad Jardín. La celebración del cuarto de siglo de aquella final ha supuesto para él un torrente de emociones y recuerda perfectamente lo vivido aquellos días y al detalle el famoso triple de Mike Ansley. «Ese día lo tengo grabado en la memoria. Nunca se puede olvidar. Tengo grabado el tiro, la jugada... porque estoy sentado en el mismo sitio que ahora. Sabía que no iba a entrar. Me levanté, me senté y me puse a llorar. Analizando la jugada, Babkov y Bosch le estaban pidiendo el balón para tirar, pero se la tenía que jugar él...», cuenta con cierta melancolía.

Moya es una institución en el Palacio de los Deportes. Tiene fotos con todos los jugadores propios y de los equipos rivales, y cuenta una anécdota que tiene con Darryl Middleton, que impidió a Ansley lanzar aquel triple. «Cada vez que venía con el CSKA -en el que fue asistente- o el Girona como jugador se ponía como un niño explicándole a los jugadores de su equipo cómo evitó que ganásemos la Liga aquella temporada. Él sabe que está en la historia del Unicaja. Llamaba a los jugadores del CSKA para explicarles la jugada. 'Yo evité que el Unicaja ganase la Liga', nos decía», cuenta sin ningún rencor porque le gustan los buenos jugadores como el estadounidense.

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Él era de los que llevaban los famosos 'papelillos' que ambientaban las presentaciones en Ciudad Jardín. Solía acudir con un tambor al pabellón que dejó porque molestaba a los 'vecinos'. Así, 36 años seguidos. «Yo siento el equipo como parte de mi vida. Llevo 36 años de abonado. Hay jugadores que me dicen que el equipo no me ha hecho un reconocimiento, pero a mí no me importa. Para mí el Unicaja lo es todo», afirma aguardando el momento de poder regresar al Palacio para ver a su equipo una vez que pase la crisis del coronavirus.

Mari Cruz León

Esta malagueña fue una de las impulsoras de aquellas excursiones de aficionados que arroparon al Unicaja por toda España en aquel despegue del baloncesto. Mari Cruz León vivió toda la final en primera persona y tiene mil anécdotas, todas buenas de unos años maravillosos. «Ese año ni se esperaba entrar en Liga Europea ni se esperaba estar a punto de ganar una Liga. Ahora esperas que llegue a la final de todo. Nosotros, los aficionados, y Málaga lo vivimos como un sueño. Un equipo hecho con jugadores de cantera que estaba peleando con los grandes... Empezamos a organizar excursiones. Íbamos a Sevilla, Cáceres, estuvimos en la semifinal en Manresa, en los partidos de Barcelona. Se apuntaba todo el mundo... De ahí salió la Peña Tito Paco, al año siguiente. Conocimos a mucha gente y fue muy bonito. Yo tenía 21 años...», cuenta. Lo vivía tan intensamente que su pasión por el Unicaja le hizo suspender el examen de conducir. «Estuvimos en Sevilla y ganamos un partido muy apretado que supuso la clasificación para la Liga Europea. Cuando llegamos a Málaga nos fuimos con el equipo a celebrarlo al Centro. Yo me examinaba del carné de conducir al día siguiente y, como es lógico, suspendí». Lo aprobó a la segunda y eso le permitió hacer más viajes con el Unicaja.

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Ella fue de las que se embarcó en los desplazamientos a Barcelona durante la final. «En uno de ellos fuimos en autobús y una patrocinadora del club, que tenía varios restaurantes de McDonald's, nos dio invitaciones, así que todos los aficionados comimos gratis esos días allí. También volví con el equipo en el avión después del quinto partido. Fue muy bonito vivirlo en primera persona», destaca.

«Yo siento el equipo como parte de mi vida; llevo 36 años de abonado. Para mí el Unicaja lo es todo»

MANUEL MOYA

Gustavo Álvarez

Integrante del conocido entonces como 'Frente Paleño' que se ubicaba en uno de los fondos, y que estaba compuesto por niños y jóvenes. Gustavo Álvarez tenía 12 años y es otro ejemplo de cómo el baloncesto enganchó a toda una generación. «Era un niño entonces. Recuerdo que nos íbamos con mucha antelación al pabellón porque había mucho control para entrar al recinto de Ciudad Jardín. Íbamos todos los que jugábamos en El Palo, gente como Chiqui Gil, Jose y Víctor Rojas, y algunos más. Recuerdo que en el tercer partido saltamos todos a la pista; una avalancha... (risas). Nos lo pasábamos genial. Fui abonado durante muchos años y luego también jugué en la cantera del Unicaja», explica. Y aquellos recuerdos perduran para siempre todavía 25 años después. «Recuerdo pantallas en las calles como nunca he vuelto a ver en Málaga con ningún otro deporte. Fue un ambiente fantástico de baloncesto que caló en la afición y fue cuando la gente empezó a ser realmente del Unicaja. Recuerdo sobre todo a Nacho Rodríguez; era nuestro ídolo», sentencia ahora a punto de cumplir los 37 años.

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Ángel Pareja

En aquella temporada fantástica culminada con la final del 95 también hubo tiempo para el amor. ¿Recuerdan a Mari Cruz León, la que organizaba excursiones? Pues en uno de esos viajes, Ángel Pareja encontró al amor de su vida. Este malagueño no era abonado. Acudía religiosamente a las taquillas a comprar su entrada y eso le permitió conocer a todo el personal del club. «Era otro mundo, estaba en Fondo, en esas gradas que no eran cómodas, estábamos apretujados, pero a gusto... El ambiente era inigualable. Cogíamos el coche e iba a Cáceres, Madrid, Sevilla, Murcia, Barcelona... Realmente el Unicaja no era un equipo competitivo y jugar una final contra un club como el Barcelona lo cambió todo. La final fue el momento clave. Pasé de ir bastante a hacerme socio. Tengo dos hijos y los he tenido pagando el abono siendo bebés para mantener el sitio. Ahora no soy socio, pero la afición la mantengo. Lo vivíamos como pocas cosas se han vivido en el Unicaja y en Málaga», cuenta a SUR. Y en uno de esos viajes apoyando al Unicaja por España conoció a su mujer, así que para Ángel Pareja aquella temporada del subcampeonato es inolvidable por muchos motivos. Igual que para miles de malagueños.

Ocho empleados del club que se mantienen desde aquella temporada

El Unicaja que jugó la final del 95 era un club joven. Hacía un par de años de la 'fusión' con Maristas y su estructura era muy básica. Ocho personas que trabajan ahora para la entidad cajista ya estaban vinculadas al Unicaja entonces. El ahora presidente, Eduardo García, era consejero, mientras que el director deportivo, Manolo Rubia, era delegado de un equipo en el que Ramón García, ahora responsable de la cantera, era el segundo de Javier Imbroda. En las taquillas ya trabajaban Toñi García y Susana Subiri, mientras que José Carlos Gáspar empezaba con el 'marketing' y Juan de Dios García, responsable de mantenimiento, ya ayudaba a su padre. La ahora jefa de prensa, Rosa Mariscal, comenzó ese año sus prácticas en el departamento de Comunicación.

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