El Unicaja sobrevive a sí mismo y espera un tropiezo del Andorra (75-81)

Lo que se vio en los primeros veinte minutos explica muchas de los males y de los problemas que tiene este Unicaja que se arrastra desde hace dos meses para jugar el 'play-off' de la Liga Endesa. Frente a un equipo descendido, con nueve jugadores y unos recursos limitadísimos, el equipo malagueño dio un recital de mal baloncesto, de falta de intensidad y de carencia total de ideas. El Gipuzkoa, recordemos, descendido ya a la LEB, controló el ritmo del partido con su rebote ante unos jugadores cajistas contemplativos. Los primeros diez minutos fueron duros de ver y sólo Thompson, el jugador más en forma del Unicaja en la recta final de la temporada, evitó que los locales se envalentonasen (12-12, min. 10).

Como Guerrero volvió a dar la razón a los críticos con pobres prestaciones y Thomas hizo dos faltas nada más salir, Thompson empezó a jugar de cinco y a explotar su polivalencia. Él y Jaime Fernández reactivaron algo el ataque malagueño, pero el juego del Unicaja era tan rácano y sin ritmo que no le permitía abrir brecha. Katsikaris entendió que este tampoco era el día de Brizuela y dio continuidad a un Francis Alonso que tiene la mano encogida, pero que permite un juego más colectivo que su compañero. El equipo vasco se mantenía a flote gracias a las pérdidas del Unicaja y a su dominio del rebote, pese a su demoledor 10/42 en tiros de campo. El pobrísimo 25-29 al final de la primera parte resumía el triste espectáculo que se estaba viendo en la plaza de toros de Illumbe. Si hubiese público, la pañolada estaría asegurada.

El paso por los vestuarios no aportó ideas frescas a ninguno de los dos equipos. El Unicaja encontró algo más de ritmo anotador, pero encadenaba una pérdida detrás de otra hasta llegar a las 16 con las que cerró el tercer cuarto. Sin dominio del rebote y con tantas concesiones era imposible que controlarse el partido. Tuvo una máxima renta de seis puntos gracias a unos minutos de inspiración de Bouteille, pero le duró un suspiro. Los pívots locales superaban a Guerrero, Thomas y Thompson. Okouo campaba a sus anchas frente a su ex equipo y el Gipuzkoa, recordemos, descendido a la LEB, le daba la vuelta al partido con un parcial de 10-3 para el 46-43. El Unicaja jugaba con fuego porque su rival se podía envalentonar y los nervios empezaron a aflorar antes de un último cuarto con todo por decidir (48-49).

Y, efectivamente, el partido se le fue complicando al Unicaja porque lo permitió. El Gipuzkoa aguantó el pulso incluso cuando el equipo malagueño empezaba a anotar de tres con fluidez. A cinco minutos para el final, el choque seguía apretado (63-64), sin embargo algo había cambiado. Jaime Fernández irrumpió en el duelo para ir desequilibrándolo poco a poco con acciones individuales. El madrileño lideró un parcial de 0-8 que resultó clave (65-74). Pese a que el Unicaja se empeñó en complicarse la vida con malas decisiones y más pérdidas, las limitaciones del Gipuzkoa, con muchos fallos en los tiros libres, impidieron que la cosa fuese a mayores. Fernández remató su gran actuación con un triple que certificó la victoria de un mal Unicaja.