Han pasado tantas cosas este verano en el Unicaja que casi pasa desapercibido que este domingo empieza la pretemporada y que podremos volver a ver al equipo en acción. De lo ocurrido estas últimas semanas en el club malagueño me queda cierta sensación de alivio ... de ver que el proyecto sigue adelante gracias al mejor patrocinador de Europa, que no se tenido que vender hasta a Chicui y que la pelota naranja nos seguirá haciendo disfrutar –y sufrir– en Málaga. Eso no quita que me siga mosqueando mucho que hayamos cambiado la Eurocup por la Champions League y no me convencieron en absoluto las explicaciones que aportó el nuevo presidente, Antonio Jesús López Nieto. Los resultados y el tiempo darán o quitarán la razón a los dirigentes del club en esta decisión clave y ojalá no se hayan equivocado en esta especie de descenso de categoría voluntario. Ya saben, si hay que retroceder, que sea para tomar impulso.
En el plano deportivo, se vuelve a contar con una plantilla de enorme talento, con tres incorporaciones que aportan algo más de físico y consistencia, pero en la que también se mantienen algunas lagunas que ya tuvimos el curso pasado. Será Katsikaris, esta vez desde el inicio de la temporada y con poder de decisión sobre las incorporaciones, el responsable de encajar las piezas del puzzle. Si me preguntan a mí, el fichaje que menos me cuadra es el de Norris Cole, porque no se parece nada a la, en teoría, primera opción (Spissu) y porque es un perfil de jugador similar a los que ya teníamos. Ojo, es un jugador de nivel Euroliga, nadie lo pone en duda, y si logra adaptarse será un pelotazo para el Unicaja. Preocupación también desde luego por el estado físico de jugadores como Díaz, Suárez o Nzosa, que son fundamentales y que siguen con problemas.
En fin, que esto empieza ya, al menos los amistosos, y que después de todo lo importante es que seguimos teniendo las mismas ganas o más de volver al Carpena.
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