La Málaga deportiva, cultural, política y empresarial despidió esta tarde a Alfonso Queipo de Llano, que falleció el pasado domingo a los 84 años. Se fue rodeado de sus amigos en una representación heterogénea y variopinta, porque la vida del gran impulsor del baloncesto ... en Málaga tocó tantos palos que los asistentes a su funeral representaban esa diversidad de aficiones. En cada corrillo la tristeza por su pérdida daba paso a un torrente de anécdotas sobre partidos, viajes y juergas flamencas, así que el vacío de su perdida acaba con una sonrisa entre los asistentes.
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Alfonso Queipo de Llano formó a muchos jugadores de baloncesto, que luego pasaron a sur sus amigos por los siglos de los siglos. Se trata de un hombre con una personalidad tan especial que en todos dejó huella. Allí lo recordaban su inseparable José María Martín Urbano, su querido Rafa Pozo y amigos cercanos como Jacinto Castillo o el propio presidente del Unicaja, Antonio Jesús López Nieto, que ha estado muy pendiente de la familia estos días y ha ofrecido el club para lo que hiciese falta.
Las conversaciones sobre baloncesto se sucedían a medida que iban llegando antiguos compañeros, gente como Roquero, Armando Nogués, Paco Mayo, Fernando Núñez, Mariano de Haro, Paco Alonso, Manolo Rubia, Salva Gallar, Francis Sánchez, Bernardo Rodríguez, Carlos Cabezas (padre) y Jesús Lázaro, entre otros muchos. También acudió a dar el pésame el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, además de representantes del Málaga, club del que fue directivo, y el dueño de Mayoral, Rafael Domínguez de Gor.
También había gente del mundo del toreo, porque era un gran aficionado a la Fiesta y cantaores de flamenco, que fue su otra gran pasión. «¡No te preocupes Magdalena, que cuando nos juntemos todos en el cielo nos vamos a montar una juerga de las nuestras!», le espetó una amiga de la familia a la mujer de Queipo de Llano y seguramente si él hubiese estado presente habría dicho «¡Vamos!». Y es que ese fue el ambiente que se respiró en su despedida, el de pena por la pérdida de una persona que como allí lo definieron, «irrepetible», pero que deja un gran legado detrás del que sólo se puede estar orgulloso.
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El féretro con los restos mortales de Alfonso Queipo de Llano abandonó la iglesia de Parcemasa cubierto con una bandera del Unicaja, el club que ideó hace décadas y que hoy es uno de los símbolos de Málaga. Un detalle tan bonito como emotivo. La plantilla del Unicaja en pleno asistió a la misa, como muestra de máximo respeto por un hombre que lo fue todo en el mundo del baloncesto.
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