Francis Alonso posa sonriente para SUR en el Muelle Uno con Málaga al fondo. ÑITO SALAS
FRANCIS ALONSO

«Desde que me fui a EE UU sentí cercano el apoyo de toda Málaga»

Después de unos meses de auténtica locura, el malagueño se ha convertido en una de las sensaciones de la ACB

Domingo, 8 de noviembre 2020, 00:52

Este fatídico 2020 comenzó para él siendo cortado en el Fuenlabrada y dando un paso atrás hacia la LEB Oro para contar con minutos. Le dio tiempo a reivindicarse en tres partidos excelentes hasta que llegó el confinamiento y quedó aislado en Oviedo. ... Cuando pudo volver a Málaga a entrenarse con el Unicaja dio positivo por coronavirus, aunque ya había pasado la enfermedad y se quedó sin poder disputar la Fase Final de Valencia. Todo le iba mal a Francis Alonso (Málaga, 1996), que parecía gafado en este año loco, pero el escolta se mantuvo fiel a la ética de trabajo que hizo suya durante su etapa en Estados Unidos. En verano no salió de Los Guindos, no tuvo vacaciones, y se exprimió para demostrarles a los que no creían en él que estaba capacitado para jugar en el Unicaja. Esa apuesta decidida está dando sus frutos y hoy es una de las sensaciones de la Liga Endesa, llamando ya a las puertas de la selección. Volver al Unicaja no fue fácil para él por diferentes motivos. Le penalizó su marcha a Estados Unidos, y en cierto modo hasta la vinculación de su padre con la entidad (Paco Alonso, extécnico y actual consejero del club), pero su talento superó todo eso. Ahora disfruta de Málaga y reconoce que le duele en el alma no poder jugar en un Martín Carpena con público, algo que vivió de niño y con lo que siempre soñó.

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–Parece que el baloncesto español ha descubierto a Francis Alonso ahora, cuando en realidad el aficionado de Málaga lo ha tenido muy presente desde que se marchó a Estados Unidos. ¿Cómo lleva este protagonismo que le está dando su buen comienzo de temporada?

–No soy una persona que tenga en mente tener unas expectativas determinadas, y más después de la experiencia que tuve el año pasado y estando en una liga tan exigente y difícil. Trato de no distraerme con los números o por cómo estoy jugando. El trabajo que he puesto en las horas que no se ven siempre aparece cuando se encienden las luces y se juega. El trabajo que hice la temporada pasada y que he hecho este verano se está reflejando ahora con el Unicaja en los partidos. Estoy teniendo una oportunidad que tengo que agradecer a Manolo Rubia, Eduardo García y Luis Casimiro. Ellos confiaron en mí y me alegro de estar demostrando que no se equivocaron. Cuando hago buenos números o ayudo al equipo, no soy conformista, siempre quiero más; seguir adelante con un alto nivel de autoexigencia para ayudar al equipo. Ahora mismo tengo esa mentalidad, la de crecer.

–Usted empezó la temporada como el jugador número trece. Parecía que había dudas sobre su capacidad y posibilidad de rendir al más alto nivel. ¿Fue aquello una motivación extra para superarse?

–Si me pongo a mirar atrás, todo comenzó cuando me dieron la oportunidad de volver a Málaga y entrenarme con el equipo. Esas dos semanas entrenándome en Los Guindos era lo que necesitaba después de un año muy duro. Al ver al nivel que estaba y que podía competir, demostré el jugador que era. Aquello me motivó muchísimo. Es cierto que tenía ganas de trabajar y veía que era una oportunidad que me daban en mi casa y en mi club. Trabajé a tope en verano para aprovecharla. Ahora no me conformo con nada y me siento apoyado por todos para ayudar al equipo a ser lo mejor que pueda.

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–Ha mencionado el trabajo del verano como una de las claves de su rendimiento. En esos meses no salió de Los Guindos. ¿Cuántos triples lanzó en esos días para tener ahora ese nivel de acierto que muestra?

–Lo que he aprendido es que cada jugador es diferente. Algunos prefieren llegar a una cantidad de tiros lanzados y otros se marcan anotar un determinando número. Yo me he dado cuenta de que soy un jugador de sensaciones. Tengo que salir de la pista con buenas sensaciones. Eso puede tarde en llegar cuarenta minutos, una hora o tres horas. Hubo días en los que lancé 1.000 tiros, otros fueron 600 o sólo 200... Pero no hubo ni un solo día en el que saliese del pabellón sin buenas sensaciones, sin encontrarme bien, y sin sentir que había hecho un buen trabajo tirando. A día de hoy mantengo esas sensaciones. Si hay algún entrenamiento en el que no me he encontrado bien por la técnica o por el agarre, y eso implica que me quede un poco más hasta que salga con buena mentalidad y buenas sensaciones.

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–Como usted dice, los tiradores funcionan por sensaciones. ¿Hay alguno en el que se fije o que sea una referencia para usted?

–Sin duda, Stephen Curry es el que ha cambiado el juego con su tiro. Es una persona que se basa en esas sensaciones. Habrá tenido partidos en los que le ves tirar y te lleva a pensar que no tiene técnica, que está lanzando pepinos, pero si te fijas en la técnica de cómo suelta el balón... Eso es pura sensación. Eso se consigue a base de la repetición, de salir del entrenamiento con un sentimiento de haber hecho bien el trabajo. Me gusta tener esa sensación, pero también el nivel de autoexigencia y técnica que tiene Klay Thompson. Si lo ves tirar, te das cuenta de que su tiro nunca cambia. Eso es pura técnica, por haber creado buenos hábitos. Se podría decir que estoy en medio de los dos. Me gustan esas sensaciones de Curry y la técnica de Thompson. En un partido puedes controlar la técnica, pero por determinadas circunstancias tu tiro puede cambiar. No tienes el control del cuerpo, pero la vas a meter porque has probado ese tiro antes, poder rectificar el tiro incluso en el aire...

«La disciplina y la ética de trabajo han sido lo más importante que me he traído de EE UU»

«Hubo días en los que lancé 1.000 tiros, pero siempre salí del pabellón con buenas sensaciones»

–Se habla mucho de su adaptación deportiva pero, ¿cómo ha sido a nivel social? Porque la realidad es que usted maduró a nivel personal, cultural y a nivel de idioma en Estados Unidos.

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–La única diferencia entre cuando me marché con 17 años y como regresé ha sido la madurez y la ética de trabajo, a la hora de cuidarme. Esto es una parte fundamental para poder ser constante a nivel profesional. Es algo que aprendí allí. Es un estilo de vida. Cuando te levantas a las seis de la mañana para entrenar hay quien puede pensar que estás loco, pero todo tiene un objetivo. Hubo días en los que hice eso y ahora no lo hago tanto, pero el motivo por el que ahora me quedo tirando y entrenando más tiempo es el mismo que cuando me levantaba a las seis de la mañana. El objetivo es ser mejor. Los aspectos que se relacionan con la disciplina y la ética de trabajo han sido lo más importante que me he traído de allí. Por lo demás, no he cambiado mucho. Soy un malagueño muy enganchado a su ciudad, a su familia y a sus amigos. Esa parte nunca se fue de mí, aunque estuviese en Estados Unidos.

–¿Recuerda aquel momento en el que sus padres lo llevaron al aeropuerto para ese primer viaje a Estados Unidos para comenzar su etapa allí?

–¡Claro que me acuerdo! Lo recuerdo todo perfectamente, pero casi mejor el día que llegué... No voy a detallar cómo fue mi llegada. Tenía ciertas expectativas y aspiraciones y mi experiencia fue muy mala. Todo lo que me imaginaba que me iba a encontrar, todas esas expectativas se fueron al hoyo... (risas). Fue un impacto, unas horas muy malas. Llamé a mi familia rápidamente y encontré su apoyo. Recuerdo aquel día a la perfección. Al fin y al cabo, esas situaciones te hacen más fuerte. Las situaciones que me han hecho sufrir y probarme a nivel mental me han hecho más fuerte, como aquel día o la situación que viví en Fuenlabrada. En esos desafíos es cuando maduran las personas. Estoy contento y agradecido de haber vivido esas situaciones, porque ahora sé cómo responder.

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–¿Cómo se ha 'readaptado' a Málaga?

–Genial. Llevo varios meses viviendo con mi novia en Torremolinos. Mi rutina no es nada del otro mundo con la cantidad de partidos que hemos tenido en las últimas semanas, pero siempre intentamos divertirnos. Paso mucho tiempo en casa, me gusta el Trivial y de vez en cuando viene algún amigo a echar unas partidas también a la Play. Trato de mantener el contacto con mi gente, aunque ahora las cosas están complicadas. Y, por supuesto, ir de vez en cuando a casa de mis padres a aprovecharme de la cocina de mi madre (risas). Trato de disfrutar el tiempo con mi novia, que es la que se come los marrones cuando las cosas no salen en los partidos.

–Había mucha expectación en Málaga por verle jugar en el Unicaja y es una pena que la gente no pueda disfrutarlo de verlo en directo. Quizá eso sea de lo peor de estos meses locos...

–Eso es... Tengo mucha rabia en el cuerpo porque me habría gustado jugar con el Carpena lleno. Es una pena, pero el apoyo no sólo se demuestra físicamente. La gente me manda mensajes, me saluda por la calle, me da ánimos; lo valoro muchísimo. Sé que soy una persona que ha tenido y ha sentido el apoyo cercano de toda Málaga desde que me fui a Estados Unidos, es algo que tengo presente siempre. Desde que volví lo he comprobado de forma más directa. Algunos aficionados pudieron venir a los partidos de la Eurocup, y espero que pronto puedan volver todos. Ahora lo importante es que la gente se cuide, que esté sana y que estén ahí para volver a disfrutar de un Carpena lleno. Trato de agradecer ese respaldo con entrega y trabajo.

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Francis Alonso, durante la sesión de fotos realizada para SUR. ñito Salas

–Parece que lo siguiente puede ser la selección, después de que en las últimas convocatorias no pudiese acudir.

–Para mí lo primordial era volver al Unicaja y, por supuesto, regresar a la selección. Siempre ha sido un orgullo jugar con España. En todas las categorías en las que jugué con la selección, traté de ir al máximo por mi país. Si se da el caso, estaré motivado para tratar de tener una continuidad. Seguro que será un recuerdo para siempre.

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–Puede darse el caso de que haya tres malagueños, que es algo difícil de ver...

–Desde pequeño siempre tuve en mente a Berni, Carlos y Germán como referentes. Teniendo a mi lado a Rubén y Alberto, también a Darío, Carlos y Jaime, sé que hay muchos niños que se pueden identificar con eso. Será una ayuda para que mantengan la ilusión por el baloncesto. Si vamos los tres sería algo fantástico.

–Volviendo al Unicaja, ¿qué pasará ahora cuando empiecen las rotaciones? Usted empezó la temporada como el jugador número 13, pero ahora es fijo en el quinteto titular de Luis Casimiro y el segundo máximo anotador del equipo.

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–Creo que tenemos que verlo como una ventaja y así lo entiende el equipo. Los catorce jugadores que estamos tenemos un nivel alto y esas rotaciones nos pueden servir para rebajar el cansancio y evitar lesiones. La configuración del equipo es flexible y no lo vemos como algo malo, sino como una ventaja. Es cierto que va a llevarnos a dar el máximo cada día y que va a generar una competencia real. Va a mejorar al equipo porque esa competencia va a llegar al partido para dar un salto adelante.

–A algunos les ha sorprendido su rendimiento, pero también su aspecto. Háblenos de ese peinado tan particular y, sobre todo, de esas trenzas y los tatuajes... ¿Es por su influencia yanqui? ¿Quién es su peluquero? 

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–(Risas) Los tatuajes tienen un significado familiar. Me identifico mucho en ellos y son un recuerdo de quién soy, de dónde vengo y por qué hago las cosas. Y bueno (risas), lo de los peinados, pues...

–¿Qué dice su novia y, sobre todo, su padre?

–(Risas) Mi novia lo autoriza, tengo su apoyo. Sé que a otros miembros de la familia no les hace tanta gracia, pero igual que yo de pequeño me comía cosas que no me gustaban, pues ahora ellos tienen que aguantar esto (risas). No tiene mucha historia. Sé que he tenido un año lioso con los peinados, mi peluquero que es Álex López, de Huelin, me lo dice. Él y su familia son grandes aficionados del Unicaja y me siento a gusto yendo allí. Es un genio.

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