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Francis Alonso atiende la llamada de SUR en el piso de Oviedo en el que está pasando la cuarentena. Está sólo, lejos de su familia y tratando de mantenerse en forma mientras dure el parón competitivo en la LEB Oro, que podría no reanudarse ya esta campaña. El escolta malagueño no olvidará nunca su primera temporada como profesional. La comenzó con unas expectativas altas después de su brillante etapa en la NCAA. Firmó en verano su primer contrato con el Unicaja y fue cedido al Fuenlabrada. Pero se lesionó en la Supercopa y aquel percance lo trastocó todo. Jugó lesionado, optó por recuperarse en Málaga y esto no sentó bien en el club madrileño. Ahí se acabaron sus oportunidades en el cuadro madrileño. Un mes y medio lesionado y sólo tres minutos tras regresar al equipo hasta ser cedido en febrero al Liberbank Oviedo. Allí recuperó su mejor versión. Minutos y buenos números confirmaron que el talento seguía intacto, pero llegó la crisis del coronavirus y todo se acabó.
Alonso es un chaval muy sobrio. La disciplina que adquirió en Estados Unidos le ha servido para mantenerse firme en unos meses complejos. «Es un año para recordar porque han pasado muchas cosas. Han sido muchas experiencias. Siempre he sido un tío que prefiere recibir las cosas a la cara y cuanto antes para afrontarlas en el momento. Esto ha sido así. No me esperaba un comienzo como este, terminando encima con un virus mundial. Son experiencias que uno mete en la mochila y estoy seguro que me van a ayudar en el futuro«, destaca.
La apuesta por jugar en el Fuenlabrada fue equivocada. Todo se torció pronto, con una lesión de tobillo que no se curaba y que le hizo parar después de un mes de competición en su estreno en la Liga ACB. «Son cosas que pasan. Cuando firmamos con ellos y llegamos a un acuerdo, las dos partes teníamos una idea en la cabeza. Entre lesiones, posición del equipo, cambio de entrenador... Lo cierto es que no tuve las oportunidades que esperaba. Lo único que hice es seguir trabajando. Fue un año muy duro. Entrenaba bien todos los días, pero un jugador no se puede dejar influenciar por cosas externas y seguir confiando en uno mismo. El camino es difícil, pero esto que he pasado yo también lo han vivido otros jugadores. Ha pasado y pasará en el futuro«, insiste.
El escolta malagueño, que en verano firmó su primer contrato profesional con el Unicaja, jugó con dolor hasta que no pudo más. Ahí es cuando realmente comenzaron los problemas para él. En el Fuenlabrada le decían que lo que tenía en el tobillo era un esguince, pero la cosa no mejoraba, así que buscó una segunda opinión en los médicos del Unicaja, que encontraron un edema óseo en la articulación. Optó por hacer la recuperación en Málaga y aquello lo marcó dentro del club madrileño. «No sé si me perjudicó o algunas personas se sintieron dolidas por mi decisión de recuperarme en Málaga. No fue una decisión individual, sino que fue colectiva. Lo hablamos con el entrenador, la directiva y mi agente... En ningún momento fue una decisión mía de irme. Lo hablamos entre muchos. Al fin y al cabo, era jugador del Unicaja y el club también quería valorar la lesión. Luego hubo un par de situaciones complicadas con malentendidos que luego se solucionaron. Seguí entrenando ayudando en lo que podía. Yo fui un jugador que en la NCAA no me perdí ni un partido en cuatro años. En ese tiempo jugué lesionado y con grandes molestias muchas veces, sobre todo en los dos últimos años con dolores en la espalda, y no me perdí un partido. Que gente relacionada con el baloncesto crea que uno no quiere entrenar y tengo muchas cosas que demostrar como jugador joven, es difícil de entender. Yo siempre he querido entrenar y trabajar. Tuve la lesión y seguí jugando, pero hubo un momento en el que mi cuerpo me decía que no. No sé si el Fuenlabrada no se esperaba, pero el dolor me limitaba ya mucho. No era el mismo jugador. Me temí lo peor y que podía acabar mal. Arriesgué, pero ya no podía más«, insiste.
Ante la falta de oportunidades el cambio de destino era obligado. Se comentó que podía ir al Obradoiro e incluso regresar al Unicaja cuando se acentuaron los problemas físicos de Jaime Fernández y se trabajaba en ceder a Aleksa Avramovic, pero su entorno entendió que lo ideal era dar un paso hacia atrás para garantizarse minutos. Así que optó por aceptar la propuesta del Liberbank Oviedo de la LEB Oro. «La decisión de venirme al Oviedo, al principio fue difícil de tomar. Uno nunca piensa que la temporada va a ir así, pero me lo tenía que plantear. Mi cabeza me decía que tenía que jugar, porque lo echaba de menos. Llevaba sin jugar cinco meses... Estaba entrenando a buen nivel y me sentía sano. Quería y necesitaba jugar. En estos tres partidos en la LEB Oro creo que el trabajo que hice durante el año habla por sí solo. Muchas personas confiaban en mí y también otros que pensaron otra cosa. Mi trabajo estaba intacto y mi mentalidad fue firme en una etapa dura. Me dieron la oportunidad en Oviedo de ser yo mismo y para ayudar al equipo. En el primer partido me costó un poco, llevaba cinco meses sin jugar, y cometí algunos errores por falta de ritmo. Pero en cuanto acabó el encuentro volví a verlo, y en una semana de entrenamiento mejoré y en los dos siguientes encuentros lo hice bastante mejor. Después de cinco meses sin sentir lo que sentía en Estados Unidos, el poder ser yo mismo se agradece muchísimo».
Y cuando Francis Alonso había vuelto a recuperar sensaciones en sólo tres partidos en la LEB en los que promedió 21 puntos, 2,3 rebotes y 3 asistencias en 26 minutos, llegó el parón por el coronavirus. En su caso, el daño es doble. Primero porque no juega, y, segundo, porque no puede hacer méritos para tratar de ganarse un hueco en la plantilla del Unicaja cara a la próxima temporada. «Ahora mismo el parón nos afecta a todos. Como he dicho antes, voy a ser la misma persona porque eso es algo a la disciplina que aprendí en Estados Unidos. Mi objetivo es el mismo y sigue intacto. Voy a seguir trabajando en la habitación que tengo que es de cinco por cinco metros, para tratar de ser mejor y tratar de ser el mejor jugador que pueda. El futuro me dará lo que me merezco. Ahora no podemos controlar algunas circunstancias que están fuera de nuestro control. Si piensas que esto te viene bien o mal, es un mal camino. Hay que actuar según te vengan las cosas. Lo que me planteo ahora es qué puedo hacer hoy para ser mejor en el futuro«, explica el malagueño en positivo.
Su rutina ahora es tratar de mantenerse en forma en la medida que puede, pero la realidad es que es complicado que la LEB se reanude, aunque la Federación quiere hacerlo de algún modo en verano. En caso contrario, Francis Alonso volverá a Málaga, para ver qué decide el club y pendiente de si aquí podría entrenar con el equipo.
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