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Alguno se estaría frotando los ojos cuando Alberto Díaz besaba el trofeo de campeón de Europa conquistado este domingo con la selección española. El jugador limitado de recursos, movimientos toscos, carente de tiro y de capacidades dudosas se ha convertido en uno de los puntales del mejor equipo de Europa. ¿Cómo ha sido posible? La respuesta es simple: a base de trabajo.
Los que conocen al jugador malagueño de 28 años saben perfectamente que esa es la clave de este sensacional éxito. No hay más secreto. Díaz no tiene el talento de otros jugadores, tampoco su velocidad ni su tiro, pero ha ido trabajando su cuerpo para crear un estilo personal que es el que le ha llevado a formar parte de los doce mejores jugadores de España y ahora de Europa.
Conviene tener presente que la selección no es nada nuevo para Alberto Díaz. Ha sido internacional en todas las categorías, así que sin saberlo formaba ya parte de ese término creado por la Federación y que al final se ha convertido en una marca de éxito. 'La Familia`'. El suyo, además, es la culminación de uno de los mejores proyectos de cantera que ha habido en España. De aquel Clínicas Rincón del que formó parte en sus últimas temporadas de existencia salieron tres jugadores para la NBA, Faverani, Domantas Sabonis y Kuzmic, este último campeón incluso de la Liga estadounidense. Díaz ahora eleva el listón con ese título continental con España.
Sus actuaciones con el Clínicas y el oro con la selección sub-16 en el torneo de Mannheim hicieron que las puertas del primer equipo del Unicaja se le abriesen. Como ahora, fue su particular estilo lo que hizo que Luis Casimiro lo eligiese en 2012 como sustituto de Kristaps Valters, que había sido apartado del equipo. Lo vio entrenar, vio la energía que desplegaba y comprendió lo que necesitaba aquel equipo en ese momento. Al acabar la temporada, el Unicaja le hizo el primer contrato y poco después llegaría la llamada del Bilbao Basket, que necesitaba un director de juego. Jugó allí media temporada y Germán Gabriel fue su anfitrión en el conjunto vasco. La temporada siguiente 'hizo la mili' en el Fuenlabrada. Fue su primera campaña ya como profesional. Destino duro. El Díaz que vino de allí había comprendido el frío que hacía fuera del Unicaja y sabía que en Málaga estaba su oportunidad.
Pero aquí las cosas no estaban baratas. A Joan Plaza no le agraba la idea de contar con el joven base para completar la plantilla que iba a competir en la Euroliga. Pero aquello era un sí o sí. El presidente Eduardo García, es justo reconocérselo, fue clave para que el pelirrojo estuviese entre los profesionales. El exdirectivo fue el gran valedor de Díaz. Esa temporada jugó 62 partidos reivindicándose al más alto nivel. Cosas del destino, un campaña después, el malagueño fue determinante en el título de la Eurocup. Aunque aquel éxito se recuerda por su distinción como MVP de la final, sus mejores actuaciones fueron antes, probablemente en la eliminatoria contra el Bayern de Múnich. Los aficionados de Málaga recordarán cómo cambió el segundo partido de la serie desde la defensa, especialmente con un robo en el centro del campo cuando el partido se le complicaba a su equipo. El Unicaja eliminó al conjunto alemán y fue un rodillo hacia la final que le enfrentó al Valencia.
En aquellas frenéticas semanas europeas, Díaz terminó sus prácticas de Magisterio en el Rosario Moreno, el colegio en el que estudió. En sus pasillos todavía se puede ver su foto junto a sus compañeros de clase. Hasta en eso ha sido un ejemplo. Logró sacarse la carrera al tiempo que competía al máximo nivel, sin descanso en los veranos por las concentraciones con las distintas selecciones. Incluso cuando la pandemia lo paralizó todo, Alberto siguió trabajando. Aprovechó el tiempo sin entrenamientos para estudiar varios másteres. «Mira, me considero una persona que le gusta estar ocupada. No me sentía realizado. Viajamos mucho, estamos en aeropuertos y cuando acaba la temporada piensas que has perdido mucho tiempo viendo películas o series delante de una pantalla. Necesito tener la cabeza ocupada», explicaba a SUR en pleno confinamiento.
En aquel verano de 2017 se pusieron las base de los éxitos de la selección. Scariolo adelántandose al sistema de ventanas que iba a introducir la FIBA. Creó una selección paralela, de jugadores jóvenes y otros potencialmente seleccionables fuera de los de la NBA y la Euroliga. Allí estuvo Díaz, pero también Jaime Fernández, Rubén Guerrero, Quino Colom o Sebas Saiz, que han ayudado tanto a la clasificación para este Eurobasket como para el último Mundial logrado por España. Scariolo conoce perfectamente a Díaz, por eso no dudó cuando la baja de Llull trastocó sus planes. Las dos decisiones más cuestionadas del técnico para el Eurobasket, la nacionalización de Brown y la llamada de Díaz, han sido decisivas para el título...
En ese proceso de crecimiento, el ahora campeón de Europa mejoró en muchos aspectos. Poco quedaba ya del 'tirillas' que en 2012 aperecía con timidez en la escena pública. Cada verano llegaba más fuerte. También solventaba sus déficits. Practicaba el tiro en verano con sus amigos en Alhaurín de la Torre y su ética de trabajo a diario le ha obligado a las defensas contrarias a dejar de 'flotarle'. Si recibe el balón con los pies en el suelo, su eficacia es altísima, como demostró en la final contra Francia.
Su éxito con la selección le llega después de los que han sido probablemente los años más complejos de su carrera. Primero por la trayectoria del Unicaja, y, segundo, por las numerosas lesiones que ha sufrido. Los problemas en los isquiotibiales le han tenido en jaque durante meses. Fueron momentos muy duros por las recaídas. Ha tenido que variar costumbres, rutinas e incluso dietas para salir adelante y es que el físico es la clave de su juego. Si no está al cien por cien, no es el mismo.
El Alberto Díaz que se ha visto en el Eurobasket es la culminación de un largo proceso de trabajo. Algunos lo han descubierto ahora, pero en Málaga los aficionados del Unicaja llevan ya disfrutándolo casi una década. El oro continental premia el esfuerzo de un jugador que ha sabido vivir a la sombra de grandes nombres, pero que al final tuvo que asumir el peso del equipo. Así ha sido su papel con España. Llegó en el último suspiro como recambio del lesionado Llull y ha acabado como una de las sensaciones del torneo haciendo lo que sabe hacer: remangarse y trabajar.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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