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Antes del partido, los que seguimos al Unicaja teníamos claro la evolución positiva del equipo en esta Copa del Rey, con nuevas alternativas al exceso de triples en algunas tardes de malos recuerdos. Esas mejoras indudables han brotado del rebote y el aumento del ritmo, ... dos apartados del juego que aparecieron en cuanto Tavares se fue al banquillo tras su primera falta, pero no pudieron mantenerlos. Fernández por un lado y Campazzo por otro, que no se vigilaban directamente, eran la clave del juego en sus respectivos equipos, aunque el mayor acierto en el tiro determinó la primera y rápida ventaja madridista. Luis Casimiro sentó a sus titulares, pero los sustitutos no tuvieron paciencia en ataque y en defensa permitieron demasiados tiros cómodos al perímetro blanco. Con su equipo muy por detrás en el marcador, Brizuela aprovechó la ausencia de Tavares para llegar hasta la canasta madridista y dar un respiro al público. Como los suplentes del Unicaja, por fin, ajustaron su defensa, la ventaja blanca dejó de crecer cuando Campazzo se fue al banquillo. Llegados al descanso, a pesar de que Tavares apenas estuvo en cancha, la anotación del Unicaja se quedó en 28 puntos, muy poco para hacer frente al Real Madrid.

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