Faltaron los triples

Aunque no había ganas de nada, el Unicaja tuvo que afrontar su partido en Valencia, un encuentro que señalábamos, tras la última victoria del equipo malagueño, como el arranque de una nueva etapa, en la que debe ganar partidos a equipos importantes, que le preceden en la clasificación, si quiere participar en las eliminatorias finales de la temporada. En los primeros compases del encuentro, con un buen trabajo de defensa individual que no necesitaba muchas ayudas interiores, mejor juego colectivo y el liderazgo de Brizuela, el Unicaja nos hizo pensar que podía llegar ese primer triunfo importante que necesita, tras dominar con claridad el primer cuarto. Lo cierto es que a partir del segundo, el equipo de Málaga fue perdiendo ese liderazgo y no volvería ya a dominar ninguno de los tres parciales siguientes. Navarro dejó como hombres altos a Oliver y Suárez, frente a los que Dubljevic y Rivero gozaban de ventaja. Los locales voltearon enseguida el resultado, aunque el marcador llegó igualado al descanso, porque el Unicaja jugaba con más ritmo.

Tras la pausa, el técnico local insistía en jugar con tres hombres altos que encontraban facilidades bajo el aro visitante. El Unicaja fallaba ya muchos triples. El escenario era de tiros fáciles y de alto porcentaje de los locales, por intentos lejanos y complicados del Unicaja. Esa ecuación aumentó la renta local hasta los 7 puntos con los que arrancó el último cuarto. Una vez más, al Unicaja, con Mooney de base, le había costado organizar su ataque. En el inicio del período definitivo, los visitantes, de la mano de Bouteille, hicieron el último acercamiento, lo que animó a Navarro a situar a Abromaitis de alero y a Bouteille de escolta, pero el experimento no dio buen resultado y el Valencia obtuvo ya la ventaja definitiva.