Scariolo ha vuelto a demostrar en este Eurobasket su liderazgo. AFP

La importancia de llamarse equipo

TIRO LIBRE ·

Solo nos queda seguir soñando con nuestra selección, un ejemplo de fe y trabajo bien hecho, que reina de nuevo en Europa por su altísimo nivel táctico, de competitividad, de conocimiento de juego y buen baloncesto

Sábado, 17 de septiembre 2022, 17:45

«Con nosotros se comete el error de olvidar que lo colectivo mejora la suma de las individualidades». Así definió Scariolo el éxito de la selección tras meterse tan brillante como inopinadamente en la final del Eurobasket 2022.

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Y es que la suma en un ... equipo de todos sus componentes multiplica su potencial, estimula la creatividad y el pleno desarrollo de todas sus capacidades, incrementa la motivación y facilita el cumplimiento de los objetivos compartidos y la mejora de los resultados, a diferencia de una dependencia excesiva de las individualidades.

Lo primero que nos indica que hay un gran entrenador en un banquillo, por encima de tácticas o sistemas de juego más o menos complejos, tan útiles como necesarios, es la actitud que muestran en la cancha sus jugadores, traducida en la buena disposición a la hora de asumir los roles encomendados, lo que tienen y pueden hacer, trasmitiéndoles la confianza indispensable para poder desarrollarlos plenamente con valentía en la búsqueda, cada uno, de sus propios límites, en un marco compatible de máxima competitividad a la vez que de respeto hacia el compañero y hacia el rival.

El liderazgo que ejerce Scariolo es también un tipo de talento, el de la autoridad moral y no el que concede los galones, el del autocontrol y la serenidad ante las emociones (muy al contrario de su compatriota y homólogo en la selección italiana, Gianmarco Pozzecco), el de la máxima exigencia y el de compartir conocimiento y disciplina positiva, estando preparado para ayudar a las grandes estrellas del pasado más inmediato, cediéndoles la iniciativa o más en un segundo plano, como el de saber ponerse al frente de un grupo de jugadores más jóvenes e inexpertos hasta conseguir que saquen lo mejor de ellos mismos, para ayudarles a crecer, creer y solucionar los problemas, para lograr que las cosas sucedan desde una concienzuda preparación del campeonato y los partidos, pero sabiendo comunicar y haciéndose entender.

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Porque el verdadero liderazgo solo te lo conceden los que te siguen y es el de la pasión y la ilusión, la empatía, el altruismo y la felicidad para dar el máximo de lo posible o lo imposible, contra aquel que practican los jefes tóxicos, que, egoísta y torpemente, priorizan sus intereses personales sobre los de los demás. Porque liderar no es mandar ni presionar a los suyos sin ton ni son o desde la mezquindad, la justificación o autocomplacencia, sino la de ser útil, hacer sentir bien y potenciar el crecer juntos y la participación siempre desde la ética, lo que sin duda mejorará la productividad y, por ende, los resultados de la empresa que nos propongamos.

Lo más importante, al fin y al cabo, es que estamos viviendo posiblemente uno de los Eurobasket con más igualdad, divertido y emocionante que recuerdo, pero también es el de las cábalas equivocadas. Han caído Serbia, Grecia y Eslovenia, tres de las grandes favoritas; Polonia va a luchar por medalla, y España, contra todo pronóstico, se ha metido en la final a costa de una gran Alemania.

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Pero además de eso se han dado una serie de coincidencias casi paranormales, porque lo de Francia (el país con mayor potencial NBA de Europa) en octavos contra Turquía y en cuartos contra Italia no ha tenido hasta la fecha parangón: salvados de la derrota en ambos casos con dos tiros libres fallados por dos de sus hombres más importantes (Cedi Osman y Simone Fontecchio, respectivamente), con el mismo marcador (77-75) y a falta, en ambos casos, de muy pocos segundos de partido por jugar, lo que les permitió anotar e ir a la prórroga para acabar ganándoles. Por otra parte, en la segunda jornada de octavos de final tres de los cuatro partidos terminaron con el mismo marcador (94-86) y uno casi (94-88). Para colmo, los checos anotaron en sus tres últimos partidos exactamente los mismos puntos (88).

Ahora solo nos queda seguir soñando con nuestra selección, un ejemplo de fe y trabajo bien hecho, que reina de nuevo en Europa, independientemente de lo que suceda en la final, por su altísimo nivel táctico, de competitividad, conocimiento de juego y buen baloncesto. Lo de Lorenzo Brown está siendo tremendo y se está ganando su españolidad a pulso; la dimensión impresionante de Rudy, que no deja de crecer, y la de Scariolo, que con su trabajo ha dignificado la profesión y el papel del entrenador, pero la de jugadores como Alberto, Garuba o los mismísimos Willy y Juancho Hernangómez se dispara así como el prestigio de todos los integrantes de este grupo. Esto es lo que pasa cuando se trata de un EQUIPO con mayúsculas.

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