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La llegada de Brizuela al Unicaja en diciembre tuvo mucho que ver con la delicadísima situación económica del Estudiantes, uno de los tres únicos que han jugado siempre en la máxima categoría, pero cuya continuidad en la élite e incluso viabilidad se ve ... cada vez más amenazada. Al menos la entidad, en la que jugó hasta los 21 años el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tiene asegurada un año más de vida tras una ampliación de capital de cinco millones de euros (pendiente aún de que se suscriba en su totalidad), que supone el 64% del activo de la entidad. Hace un año ya se hizo otra ampliación, pero en esa ocasión de un millón.
En realidad el Movistar Estudiantes, rival mañana del Unicaja, juega dos partidos, porque en la cancha es colista, igualado a cuatro triunfos con el Fuenlabrada ya entrada la segunda vuelta. La pasada campaña se salvó en la penúltima jornada, y en 2012 y 2016 descendió en la cancha pero se salvó en los despachos al no poder hacer frente al canon de la ACB los equipos ascendidos. Demasiados problemas para un club que entre 1956 y 2020 siempre estuvo entre los ocho primeros de la tabla y que a mitad de los noventa jugó una Final Four de la Copa de Europa.
El Estudiantes, uno de los seis fundadores de la Liga nacional,entró en concurso de acreedores en marzo de 2010 con 14 millones de deuda, ya reducida a la mitad y con un compromiso de pago anual a Hacienda de 1,4 millones. Actualmente el presupuesto para el equipo de la Liga ACB apenas supera los dos millones (frente a los ocho del Unicaja) y es de los tres más bajos del torneo, porque el resto de las partidas se dedican al equipo femenino (en la máxima categoría), una de las canteras más grandes de Europa (2.500 niños), el baloncesto inclusivo (257 jugadores con otras capacidades) y la Fundación.
La ampliación de capital garantiza la viabilidad hasta la próxima campaña, pero el futuro dependerá en buena medida de si se llega a cubrir de forma íntegra o no. A la entidad le gustaría completarla y que los títulos quedaran diluidos entre la masa accionarial. Otra buena salida sería la entrada de un mecenas, al estilo de lo sucedido en otro histórico, el Joventut (que también llegó a estar en la UCI), con la familia Grifols. En todo caso, ante cualquier movimiento importante el patrocinador (Movistar) y el consejo de administración (con derecho a veto) tendrán mucho que decir cara a conservar la identidad.
El Estudiantes, que no levanta un título desde 2000 (la Copa del Rey), ha cambiado su identidad. Entonces había diez canteranos en la plantilla (con Azofra, Jiménez, Alfonso y Felipe Reyes, Gonzalo Martínez, Aisa y Robles, entre otros) y dos norteamericanos, nada que ver con la actualidad, con una 'torre de babel' (nueve nacionalidades). El respaldo de los aficionados también ha menguado, aunque sigue siendo generoso. Se ha pasado de los 9.500 socios en 2008 en el Telefónica Arena a 6.000 (aunque las asistencias son más altas) en un WiZink Center cuyo alquiler le sale por más de 300.000 euros al club (sin respaldo institucional en ello) cada temporada. Tampoco lo encuentra en su deseo de levantar un complejo deportivo de formación. La entidad tiene una parcela en Sanchinarro y alega tener un inversor que aporta 57 millones, pero el terreno no está calificado para ello.
Las dificultades del club afectan incluso a los pagos a la plantilla, que llegan pero a veces retrasados. En concreto en septiembre debía a nueve del curso anterior (no a Brizuela, de ahí que se pudiera ejercer el derecho de tanteo ante la oferta veraniega del Valencia), pero la ayuda del (nuevo) Fondo Especial de Garantía de la ACB fue crucial.
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