Pepe Sánchez: «El Unicaja debe tener jugadores identificados y con el hambre suficiente para no poner excusas»
Exjugador del Unicaja ·
El genial base argentino analiza la situación del club malagueño, las claves para la formación de jugadores, los roles esenciales de un equipo y las tendencias del baloncesto actual
Juan Ignacio 'Pepe' Sánchez (Bahía Blanca, 1977) es uno de los grandes malagueños que hay en Argentina. El base fue uno de los líderes del mejor Unicaja de todos los tiempos. Los éxitos vividos desde 2005 a 2007 generaron una irrompible vinculación entre él y ... Málaga, donde dice sentirse como en casa. Cuando dejó el baloncesto se puso al frente del club de su ciudad, Bahía Blanca, y lo ha convertido en un laboratorio del que han salido algunos de los mejores jóvenes talentos argentinos. Es una voz más que autorizada para hablar sobre la situación del Unicaja, la formación de jugadores y las tendencias del baloncesto actual. Lo hace desde la terraza del Hotel AC Málaga Palacio, desde donde no puede evitar exclamar un «¡Qué linda está Málaga!» cuando acude al encuentro con SUR.
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-Usted ha vivido en medio mundo, literalmente, y en España en ciudades como Madrid, Alicante y Barcelona, pero siempre vuelve a Málaga. En cuanto tuvo la oportunidad, aquí está...
–Volvemos por muchos motivos. Queríamos que mi hijo Vicente, que escucha tanto hablar de Málaga, pues por fin pudiese conocerla y que vea algunos lugares de todo lo que vivimos acá. Los amigos nos contaban lo bien que estaba y cómo ha cambiado, pero la verdad es que hasta que no regresas no ves lo linda que está. ¡Está increíble! Lo hablamos mucho mi mujer y yo. Hay una parte emocional muy grande. Aquí me siento en casa. Yo sólo me siento en casa en dos lugares fuera de Bahía (su ciudad natal). En Málaga y en Philadelphia, que es donde estudié en la universidad. Uno siempre vuelve donde se siente querido. He vivido en Philadelphia, Atlanta, Detroit, Los Ángeles, Atenas, Málaga, Barcelona, Madrid, Alicante... Como decía, aquí la sensación es de estar en casa, conocer las calles... Me llevó dos días estar acoplado. Venía de Nerja el otro día y en el camino hablábamos de que estábamos a gusto aquí. Cuando uno vive fuera tanto tiempo, casi la mitad de mi vida, lo que buscas, más allá de lo bonito del sitio, es sentirte bien. Tengo amigos y me siento arropado, la gente es muy cariñosa con mi familia y tenía muchas ganas de volver para ver a Laurita Rubia (hija del exdirector deportivo del Unicaja, Manolo Rubia).
–Usted sigue vinculado al Baloncesto. Es el presidente del Bahía Basket, que se ha convertido en una factoría de la que salen muchos talentos argentinos. ¿Qué están haciendo allí?
–En los últimos años estamos centrados en tratar de entender a las nuevas generaciones y desarrollar metodologías para que los jugadores avancen. Tratamos de acercar nuestro mundo profesional y de mi generación a los más jóvenes. En los últimos veinte años con todos los avances tecnológicos es preciso crear un puente para acercarnos a los jóvenes. Es preciso encontrar ese vínculo usando la tecnología y entendiendo cómo piensan para acercar el conocimiento a ellos. Hay todavía un vacío y una fricción entre los que tienen el conocimiento y los que tienen que acceder a él. Tratamos de entender a los jugadores para poder acercarnos. Hemos desarrollado, más allá de la parte competitiva, herramientas para que los jóvenes puedan recibir la información.
–Pero en el apartado competitivo lo tendrá más fácil, porque ese es un gen natural en los argentinos...
–En ese sentido, los argentinos es cierto que somos bichos raros porque tenemos esa cualidad. Es una parte del desarrollo en la que no hay que hacer tanto hincapié. Es innato. Donde sí hay que hacer un esfuerzo grande en cómo comunicarlo, es lo que le pasa a los padres con los hijos. Nosotros, mi generación, aprendió de una forma muy lineal. El entrenador decía y el jugador hacía, y eso hoy no funciona. Entonces hay dos caminos, seguir chocando o acercarnos para ver qué métodos nos permiten acercarnos a los jóvenes usando la tecnología a nuestro favor. Dedicamos mucho tiempo a eso y es algo sobre lo que los quipos de la NBA nos están contactando porque ellos mismos tienen ya muchos problemas con los jugadores tan jóvenes que les llegan. Hay una desconexión grande.
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–¿Y cómo se usa la tecnología para superar esas barreras generacionales y de enseñanza?
–Primero hay que entender cómo ha disminuido la capacidad de atención de las personas, no sólo de los jóvenes. Yo antes podía leer un libro de corrido en tres días y ahora me cuesta un mes. Entonces imagínese un niño en el que su capacidad de atención es corta porque lo máximo que utiliza es un minuto y medio que emplea en ver un vídeo en Youtube... Eso es clave, por ejemplo para mostrarle un vídeo de jugadas o de sistemas. Por eso debes conocer su capacidad de atención y saber con qué tipo de vídeo puedo trabajar con él. El objetivo es que la información realmente llegue. Yo puedo tener un montón de conocimiento, pero si no se le queda... Podemos hablar con él veinte minutos, pero si lo perdiste al minuto y medio, lo demás no sirve de nada; se va a la basura. Por eso hemos desarrollado muchas estrategias para que la información llegue y creo que ahí está parte del éxito que hemos tenido con el desarrollo de jugadores jóvenes. Muchos han venido a Europa y algunos a la propia NBA. Luego a mí lo que me encanta es el desarrollo del juego, el trabajo en la pista.
–Entonces ahí entra su vertiente de la vieja escuela.
–Es que es muy importante que el jugador joven entienda el trabajo en la pista, el juego de pies. Esa es mi pasión. La competición la hemos usado como una excusa para el crecimiento de los jugadores.
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–De forma periódica llegan a España y Europa muchos jugadores argentinos, así que el método parece que funciona.
–Argentina tiene una cualidad y es que genera jugadores jóvenes con cierta consistencia. Mucho tiene que ver en esto la historia que tenemos por haber estado en los últimos años en los primeros puestos a nivel mundial. Esto permite que un joven piense que él también puede. Hay un espejo en el que mirarse. Si ese espejo no existiese, sería muy difícil. Siguen saliendo jugadores y el gen competitivo es superlativo. A veces creo que hay un exceso de nivel de competencia, porque incluso nos perjudica al organizarnos como sociedad. Competimos por todo, hasta con el semáforo. Competimos para que la luz roja se ponga verde... Pero no sólo los deportistas. Seguirán apareciendo talentos argentinos y más si sigue habiendo jugadores en la NBA o la Euroliga.
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–El otro día se publicó la convocatoria de Argentina y había muchos jugadores poco conocidos para el gran público. ¿Están en el proceso de regeneración como el que vive España?
–Sí. Se dio un paso grande que pudo tener un logro importante como fue jugar la final del Mundial en China. Aquello ya rompió con el pasado. Ahora en esta convocatoria hay muchos jugadores jóvenes, seis pasaron por nuestro programa de Bahía Basket. La salida de Scola es el final de una etapa. Los Campazzo, Laprovittola, Deck o Vildoza van a tener que asumir un liderazgo que antes recaía sobre Luis. Es una figura tan importante que acaparaba ese liderazgo. Ahora llegan unos jóvenes que dentro de poco serán conocidos. En España pasa lo mismo. Nuevos nombres, algunos consagrados ya, que deben dar ese paso adelante. Pero hay una diferencia respecto a otras grandes selecciones y es que tanto España como Argentina dejaron un legado grande y una conducta de trabajo. Eso es una gran ventaja para las nuevas generaciones.
–Entremos en el plano malagueño. Usted representa como pocos aquel trienio fantástico del Unicaja de Copa, Liga y Final Four. Ahora vivimos un momento de bajón y tratamos de agarrarnos a un pasado brillante. ¿Esa travesía del desierto cómo se supera? ¿Cuál sería su consejo para el club y el aficionado de a pie?
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–Le repito lo de antes con las selecciones. Cuando se ha ganado y hay una historia a la que uno siempre puede acudir y regresar, porque el Unicaja es un equipo que ha ganado títulos, lo difícil sería con clubes que no lo hicieron, siempre se puede volver. Generar una historia y un legado es difícil. El Unicaja lo tiene y es respetado. Aquello se ve con nostalgia, pero también es una gran fortaleza. Luego el club tiene continuidad en la solidez, tiene una afición que se entrega, al menos es lo que yo viví, aunque tuviésemos nuestros choques entonces (risas). Era parte de las ganas que teníamos de ganar y hacer historia. Al éxito se puede volver, pero hay que crear una mística, una química. En el caso del Unicaja, hay que tener jugadores identificados y que tengan el hambre suficiente para no poner excusas. Siempre habrá presupuestos más grandes y mejores jugadores. Si fuese por eso, Argentina nunca le habría ganado a Estados Unidos o España no sería campeona del mundo... Hay que poner unas bases. Mi sensación es que el Unicaja es uno de los grandes. Yo en Argentina cuento que jugué en el Real Madrid y en el Barcelona, pero también en el Unicaja y lo hago con el máximo orgullo. Para ganar tienes que soñar en grande. El Unicaja lo es y la ciudad lo permite. Hay que exigir eso, el ser ambiciosos.
«Los líderes son difíciles de manejar, pero son los que te acercan a competir y ganar»
–Sí, pero los últimos años aquí han sido nefastos. ¿Es algo cíclico y superable?
–Honestamente es raro ver al Unicaja en situaciones en las que no esté entre los mejores, jugando la Copa, el 'play-off'... De estos ciclos negativos se sale con un plan. He visto a Berni, Carlos y Fran involucrados creo que es algo importante, porque que esa mística de los momentos importantes esté cercana y presente es clave.
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–¿No piensa que el pasado también puede ser un lastre? Porque aquello fue tan bueno que es muy difícil de repetir.
–Es un buen problema. Nosotros hicimos nuestra parte (risas). Ahora les toca a los que están hacer la suya. Creo que el deporte profesional y el representar a ciertas camisetas no es sólo ir a firmar el contrato, implica una responsabilidad añadida. Insisto en que todo empieza por pensar en grande y ser ambiciosos. Creo que cuando Sergio Scariolo nos reunió para aquel proyecto, los que vinimos aquí lo hacíamos dispuestos a comer carne cruda... Es decir, que esa es la actitud. Eso hay que construirlo. También reconozco que esto es deporte profesional y hay diferencias presupuestarias.
–Pero aquel equipo campeón estaba repleto de líderes y un carácter increíble. Eso no lo ha tenido el Unicaja en los últimos tres o cuatro años.
–Nos sobraba. A veces nos golpeábamos entre nosotros (risas).
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–¿Cómo de importante es tener jugadores que lideren al resto? ¿Es lo que realmente marca que un equipo sea competitivo?
–Sin duda. Debe haber una mezcla de todo. Entonces, en mi Unicaja, nos chocábamos. Había mucha testosterona en el vestuario. Sergio (Scariolo) tenía que hacer magia para que no chocásemos y, además, me tenía que aguantar a mí cada día (risas). Tenía todo eso y, además, estaba yo. Tengo una relación muy buena con Sergio, es especial. Cuando uno gana genera lazos para toda la vida. Esos liderazgos de los que hablábamos, que son difíciles de manejar, son los que te acercan a competir y a ganar.
–No le digo nada da aquella generación dorada de Argentina..
–Uff, tendrías que entrar al vestuario en el descanso de un partido para ver lo que era aquello. Luego, con el tiempo, ves que los problemas que quieres tener son esos. Prefiero ver cómo manejo esos egos a tener que hacer que la pasividad sea competitiva. Ahí entra la inteligencia del estratega, como lo hizo Sergio en su día. Lo tuve a él a Obradovic, a Xavi Puscual como asistente, entrenadores NBA como Larry Brown... Estos tipos buscan personalidades con carácter que implican unos problemas sobre cómo manejarlos, pero ahí están los éxitos.
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–Volvemos a Málaga. Ha venido de vacaciones, pero ha seguido pegado a la pelota. Ha estado entrenando con Leandro Bolmaro, uno de sus pupilos en el Higuerón Training Center, la instalación que gestionan Berni y José Manuel Calderón.
–Aquello es impresionante. Nunca pensé que un lugar de entrenamiento fuese tan chulo. Una pista de basket es el lugar más lindo que hay, pero llegas allí y miras para un lado y ves el mar... Seguramente yo me podría quedar a vivir allí dentro. Creo que va a ser un proyecto interesante para la región, porque va a venir mucha gente de la NBA. Yo le ayudo a Leandro con la planificación de la postemporada y le quedaba un hueco y entrenamos aquí. Ahora iremos a Barcelona unos días. También he aprovechado para estar con Carlos Cabezas, que me estuvo enseñando la ciudad y algunos de sus negocios... Me alegra verlo así. Él empieza ahora su etapa de exjugador que no es una transición fácil. Su faceta empresarial es impactante. Cuando jugábamos hablábamos de este momento, de la retirada.
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-¿Se lo imaginaba así tras el baloncesto?
–Sí porque hablábamos de cómo invertir el dinero. Ya en aquella época se interesaba por esos temas. Como le decía antes, me alegra verlo a él y Berni implicados en el club. La identificación es importante, también la inspiración que generan ellos en los jóvenes. Además, hablan de su función en el club con mucho compromiso.
–Ustedes formaban una pareja de bases distinta. En su caso representaba un perfil de jugador director, que manejaba cada acción del equipo, por el que ahora se pelean los mejores clubes. Es un tipo de jugador que cuesta encontrar. Se habría forrado hoy en día. ¿Por qué no abundan los bases así?
–Es una raza en raza en extinción... Estamos transitando una etapa del baloncesto en la que los cinco jugadores que están en la pista tienen que anotar. Ahora se juega un baloncesto de, por decirlo de algún modo, de temporada regular, en el que todo el mundo anota. El problema es que en los 'play-off' y en las finales es clave un estratega, un jugador que sepa leer las ventajas, que sepa dónde poner el balón. El baloncesto se ha alejado de eso y se ha ido hacia desarrollar las habilidades para anotar. Me gusta anticiparme a las tendencias y veo que ahora, con la explosión de jugadores como Doncic, Tatum, Jaylem Brown, jugadores que son muy buenos en la técnica individual, parece que se vuelve a una dinámica de juego de equipo y de jugador con lectura de juego. Tengo la sensación que iremos en esa dirección y nos olvidaremos de los triples de diez metros al estilo Curry. El juego sigue el éxito y hay tendencias.
–En Europa se insiste en la idea de tener físico, pero es necesario el talento. Hay que tener gente que entienda el juego, ¿no?
–Lo que pasa es que, una vez más, no nos queda otra que seguir las tendencias. Si los que formamos jugadores no creamos profesionales para esas tendencias ellos no tendrán salida en el mercado. Si me pregunta a mí. El juego real de 'play-off' es un juego para inteligentes. Le voy dar una teoría. Yo siempre pienso que el juego es de los jugadores, no de los entrenadores. Los técnicos se lo apropian, pero es de los jugadores. Los aplaudo porque es su negocio, pero saben que los jugadores son los importantes. Ahora bien, en los últimos tres minutos de partido, te dicen 'dale campeón'. Mire en el All Star de la NBA, se introdujeron cambios para hacerlo más atractivo (finales de partido sin tiempo y por marcador). ¿Qué hicieron los jugadores? Empezaron a acercarse al aro, nadie quería tirar. ¿Qué dice eso? Pues que cuando realmente te juegas ganar o perder, el jugador busca anotar lo más cerca del aro. Fue una reacción natural. Cuando juegas en la plaza, haces lo mismo. Metes el culo para acercarte a la canasta.
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