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Álvaro Folgueiras (Málaga, 2005) llega al pabellón de La Mosca acompañado de su familia. Nada más entrar en la cancha los niños que participan en el campus del C.B. El Palo se giran y lo reconocen. Algunos se dirigen hacía él y le piden autógrafos. Hacía sólo unas horas lo estuvieron viendo en directo en las gradas del Carpena disputando la final del Campeonato del Mundo Sub-17. El malagueño pasó seis años en este club para luego unirse al Unicaja apuntando ya como uno de los grandes proyectos del baloncesto malagueño. Folgueiras ha sido uno de los pilares de la selección española que logró la plata y repasa para SUR la experiencia, su carrera y la nueva etapa que abrirá en breve, pues la próxima temporada estudiará y jugará en Estados Unidos.
-Después de la final se le vio hundido. ¿Ha tenido tiempo para asimilar lo que ha pasado?
-Estaba bastante afectado porque a lo que aspiras en una final es a llevarte el título y más por lo que costó, con partidos difíciles y tener que levantarnos de una derrota como al comienzo frente a Lituania. Ahora van pasando las horas y soy consciente de que es el mayor logro de mi carrera deportiva hasta el momento.
-Como dice, además del juego, lo más llamativo es cómo ha ido apareciendo el gen competitivo en el equipo.
-Sin duda. Para un equipo, no sólo el nuestro, lo mejor es ir creciendo durante la competición. Es cierto que el primer partido fue muy difícil. Éramos superiores a Lituania, pero no lo demostramos. Por suerte demostramos carácter para poder progresar.
-Mucha gente los ha descubierto, aunque ya antes del campeonato se les catalogó como la mejor generación que ha tenido España en esta categoría. ¿Cómo es ese equipo por dentro?
-Parece que al baloncesto y a otros deportes les gusta eso de esperar jóvenes promesas y no nos damos cuenta de que ahora mismo tenemos grandes jugadores en la absoluta. Podremos decir que somos una gran generación cuando nos hayamos retirado y podamos repasar lo que hemos conseguido en nuestras carreras. Mientras eso pasa, es cierto que hay mucho potencial; es una realidad. Tenemos jugadores como Izan Almansa y Aday Mara, que son los mejores pívots de Europa sin ninguna duda. Tenemos bases como Sergio De Larrea, que no ha tenido su mejor Mundial, pero todos sabemos de lo que es capaz. Conrad Martínez ha demostrado un carácter y un conocimiento del juego sobrenatural. Pablo Navarro tiene un físico increíble y completísimo. Hugo González es el que más me ha sorprendido, porque es el más pequeño y ha aportado mucho al equipo, tanto a nivel de actividad como de defensa y talento. Somos una generación de gran talento, con gente como Langarita, Rubén Barberá e incluso yo... Somos una gran generación, correcto, pero hay que demostrarlo en los próximos quince años.
-Les asustan las comparaciones, con aquellos grupos como los 'Juniors de Oro'. Se lo digo porque el liston está muy alto.
-A mí me gusta hablar de potencial. Eso es algo que sabemos que tenemos, pero estamos hablando de gente que lo ha conseguido todo. Yo sé que Álvaro Folgueiras es Álvaro Folgueiras y que Aday Mara es Aday Mara... Somos nosotros. Queremos construir nuestro propio camino y ir superando barreras.
-En el Mundial se les ha visto sobrado de fuerzas, por lo que el físico y el cansancio no ha sido un problema. ¿Ha habido algún tipo de preparación mental para afrontar la competición por parte del cuerpo técnico y más siendo anfitriones?
-El físico suma, pero la motivación multiplica. Jugar en casa y con 7.000 personas animando como había en la final es una auténtica locura. El cuerpo técnico facilitó y nos incentivó para tomar la iniciativa del contacto y competir físicamente. No somos la selección más fuerte y física que se ha visto en el campeonato. Es más, a veces nos metían parciales por eso, por no igualar el nivel físico del rival. Equipos como el de Francia y Estados Unidos son superiores al nuestro en ese aspecto, pero ahí hemos tenido que tirar de nuestras cualidades. La unión y el conocimiento táctico que hemos mostrado durante el campeonato ha sido superior al del resto de los equipos.
-Subió al podio con la bandera de El Palo. Ese gesto y su medalla es el éxito del baloncesto base de Málaga.
-Hice lo que sentía. Tenía que agradecer de dónde vengo y a una familia tan entrañable como es el C.B. El Palo. Esta gente me ha visto crecer como jugador y como persona. Yo entré en el club con seis años sin idea alguna de baloncesto, pero con unas ganas tremendas, además de un carácter que sí es cierto que lo traigo de serie. He trabajado mucho en El Palo y se me han inculcado valores que son difíciles de obtener en otros clubes. Salí con la bandera orgulloso de dónde vengo. Sólo quería mostrar ese cariño.
-Su siguiente paso tras el C.B. El Palo fue el Unicaja, con el que esta temporada ha tenido un año brillante. Esta campaña en la Liga EBA le ha permitido consolidarse a un nivel superior.
-Es curioso porque perdimos el primer partido de la temporada contra el Estepona, pero luego ganamos ocho seguidos. Tuvimos partidos increíbles y el equipo júnior pasó a otro nivel. A pesar de ser los 'niñatos' de la competición hemos demostrado lo que valemos. El Next Generation de la Euroliga fue una experiencia que creo que me valió un montón para el Mundial, porque nunca había competido así a nivel internacional. Me dio una idea de poder medirme con buenos jugadores. Competí con gente física, el arbitraje y protestar en inglés (risas). Luego tuvimos el Campeonato de España en el que tuvimos un mal partido y eso en fases eliminatorias es clave. No reflejamos en resultados toda la mejora que habíamos tenido. En la fase de ascenso a la LEB Plata estábamos fundidos.
-Su futuro está ahora lejos de Málaga. Es otro reto a nivel personal, deportivo y cultural. ¿Cómo lo afronta?
-No pienso demasiado en eso. Tras una temporada de once meses trato de asimilar lo que he vivido. En los próximos días nos sentaremos con el Unicaja. Pensar en el futuro es algo que hasta me cansa...
-Me ha hecho un buen recorte...
-(Risas) Ni Vinicius...
-Ha influido en su decisión el hecho de que el Unicaja no tenga un equipo en la LEB Plata. Ha sido eso clave para que tomase la decisión de jugar en Estados Unidos.
-El paso de la Liga EBA a la ACB es un cambio demasiado grande. No sé si con 16 o 17 años estás preparado para competir a ese nivel salvo que te llames Luka Doncic... El salto es grande. Cada uno tiene que buscarse su camino, porque es cierto que el Unicaja no ha puesto el paso intermedio para que nos desarrollemos como jugadores profesionales. Cada uno tiene que buscarse sus medios para mejorar y poder vivir del baloncesto, que es algo con lo que sueña todo niño que va a Los Guindos de lunes a viernes cada semana.
-¿Ha dado muchas clases de inglés para la nueva vida que le espera?
-Lo he intentado (risas), pero con tanto entrenamiento, viaje y estudios, no es fácil. Tengo la teoría de que me entiendo con todo el mundo. La clave es hacerse entender y creo que lo consigo.
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