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El Unicaja está ante una situación inédita. El club malagueño debe fichar un pívot que tape las graves carencias que tiene la plantilla, pero dice no tener dinero para afrontar la contratación de un segundo refuerzo después de haber incorporado a Frankie Ferrari ... hace un mes y medio, y a Fotis Katsikaris como recambio de Luis Casimiro.
A los aficionados les cuesta entender cómo el quinto presupuesto del baloncesto español se encuentra en una situación de este tipo, máxime teniendo como patrocinador a un banco y como propietario a la fundación que es la máxima accionista de esta entidad bancaria. Aunque ya se ha explicado en alguna ocasión a lo largo de los últimos meses, el origen de esta circunstancia tan nueva para el club cajista tiene su origen en la crisis del coronavirus, que lo ha dejado sin actividad económica .
Nada más explotar la pandemia, el Banco Central Europeo prohibió a las entidades financieras repartir dividendos entre sus accionistas. Unicaja Banco, patrocinador del club, acató la orden y esto perjudicó a la Fundación Bancaria. Ambas entidades asumen la casi totalidad del presupuesto del Unicaja, que se completaba con los ingresos por venta de abonos y los contratos con empresas e instituciones.
La situación fue muy compleja durante algunas semanas, mucho más de los que los aficionados se pueda imaginar, hasta que el banco dio el paso y asumió hacerse cargo del presupuesto para esta campaña, unos 9,5 millones, casi tres millones menos que en los ejercicios anteriores. El problema para el Unicaja era que tenía a buena parte de su plantilla con contrato, es decir, una importante masa salarial ya comprometida y que casi copaba un presupuesto rebajado.
Desde que se tomó aquella decisión, las cuentas del club cajista han estado fiscalizadas por los responsables del consejo de administración, desde donde se insiste en que no hay dinero para fichar. El Unicaja sólo podrá salir al mercado si rescinde un contrato, como se está intentando con Gerun, o algún club asume su ficha, como le ha propuesto el Budivelnyk de su país. Los desembolsos realizados con Ferrari y Katsikaris ya encontraron dificultades, especialmente en el caso del entrenador.
El problema es que el equipo pide a gritos un refuerzo. Asumiendo que se ha fracasado en el principal escenario para esta temporada, la Eurocup, ahora hay que salvar la cara en la Liga. El Unicaja está fuera de los puestos de 'play-off' y deportivamente sólo puede aspirar a ser séptimo u octavo. El Valencia, su rival mañana, está a cinco triunfos. Un mundo a día de hoy. Si no llega algún refuerzo, Katsikaris va a tener muy complicado cambiar la dinámica actual y la posibilidad de quedar fuera de la fase por el título es un riesgo real.
Hace justo un año, el club tiró la casa por la ventana después de la Copa tras una plaga de lesiones sin precedente. Llegaron Boutueille, Mekel y Simonovic, y antes lo hizo Brizuela. Sin embargo, las sensaciones hacia el equipo, quizá también la disponibilidad, eran otras. Aquel Unicaja había jugado la final de la Copa y aquello fue un subidón para todos, incluidos los que toman las decisiones. Quizá por eso entonces no se miró tanto el apartado económico como ahora, cuando la situación es realmente alarmante.
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