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Nunca antes hubo tantas ganas de despedir un año como el pasado 2020 ni menos fiesta para recibir al siguiente, cifra redonda aquella que prometía para la cábala parabienes, pero que resultó tan luctuosa y cruel como fecha de esquela mortuoria, aunque el joven 2021 ya venga pisando fuerte.
Que si tercera ola, que si nuevos confinamientos y cierres... osea, que volvemos a las andadas, una pesadilla que no cesa o que parece que nunca va a acabar. La esperanza de la humanidad que viene en forma de vacunas exprés y salvadoras compradas ya en Europa, según nos dicen y no paran de decirnos cada día, en lotes de millones y millones de dosis de la de Pfizer-BioNTech, de la de Moderna o de la de AstraZeneca/Oxford, pero que lamentablemente y al ritmo que las van dispensando a la población no salen las cuentas de cuando van a poder terminar con la tarea y, ya saben, nadie se hace responsable y las culpas vienen y van. La verdad es que yo no sé si es que esto es tan difícil, que yo no me entero, pura ineficacia o es que hay algo que no nos acaban de contar.
Mientras tanto, autónomos, trabajadores y la mayor parte del tejido productivo del país se aferra a que amaine de una vez por todas el temporal. Y el deporte sin público, las conferencias virtuales, las clases telemáticas sin pisar la Universidad, los congresos 'on line', el teletrabajo sin socializar y las cenas por Zoom ya no dan para más. Son herramientas útiles, pero necesitamos también mirarnos a los ojos, vernos de frente, abrazarnos y sentirnos de verdad por pura supervivencia.
Por la misma razón el Casademont Zaragoza ha propuesto paralizar la competición de la ACB si el Consejo Superior de Deportes no acepta, en la reunión prevista para el próximo 15 de enero, la entrada de público a los pabellones por el riesgo de colapso financiero que su ausencia supone para muchos clubes, con un calendario de regreso paulatino o, en su defecto, la concreción de una compensación económica que palie el daño causado por el trato dispensado en nuestro país al deporte en general y a la ACB muy particularmente.
Por su parte el Unicaja afronta, además, su segunda crisis deportiva de la temporada. La desconfianza que se percibe en el proyecto y en su entrenador se acentúan con la racha de malos resultados y el riesgo matemático real y hasta el último momento de quedarse fuera de la próxima Copa del Rey. Las lesiones, las evidentes carencias defensivas y del juego interior del equipo apuntan como detonantes de esta situación tras las muy especialmente dolorosas derrotas ante el Fuenlabrada y Betis (donde se fraguó la venganza deportiva de Plaza en su primer enfrentamiento a su exequipo). Y es que hay jugadores, como, en el caso de Alberto Díaz, a los que se aprende a apreciarlos mejor en su ausencia, que ya se ha ganado hace tiempo el reconocimiento de la afición y la del propio club, aunque a alguno le haya costado, por todos esos intangibles que ofrece habitualmente al equipo gracias a su capacidad de sacrificio y de intentar ser mejor cada día, al esfuerzo generoso y contagioso que hace mejores a los demás y que acaba poniendo el listón defensivo del equipo y a su inteligencia, lo que siempre acaba explicando cómo ninguna otra cosa la carrera y la trayectoria de los deportistas.
Sin embargo en otros sitios parece que andan sobrados. En cualquier divorcio es difícil saber quién lleva razón, pero lo que sí ha quedado claro es que el caso Heurtel al Barcelona se le ha ido de las manos. El jugador no quiere renunciar a sus altos emolumentos y el club no está dispuesto, cueste lo que cueste, a que acabe jugando esta misma temporada en el eterno rival, un desperdicio de talento que sólo se lo pueden permitir algunos, pero que supone, inevitablemente, un gran perjuicio para el espectáculo.
Y el pasado día 6 veíamos atónitos como una muchedumbre descontrolada asaltaba el Capitolio norteamericano y entre ellos a un viejo conocido de la afición del Unicaja, David Wood, anunciando con un cuerno ritual (que ya conocíamos en Málaga) que Dios iba a cambiar los resultados de las elecciones. ¡Cómo ha empezado el año!
Twitter: @pedroadramirez
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