El mundo del fútbol se ha visto alterado en los últimos años por el desembarco de los jeques árabes como inversores en distintos clubes. El propio Málaga maravilló a Europa con la inyección económica de Al-Thani que luego acabó un fiasco total. Quizá el conjunto malagueño sea el peor ejemplo posible de las oportunidades que los 'petrodólares' han supuesto para muchos clubes. El potencial económico de equipos como el Mánchester City o el PSG por poner algunos ejemplos, se ha disparado.
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Lo mismo puede suceder ahora en el baloncesto. Esta semana una delegación de clubes de la Euroliga visitaba Dubái para escuchar una tentadora oferta del Emirates Group para patrocinar el torneo. Emiratos Árabes quiere darle nombre a la mejor competición fuera de la NBA con el nombre de su aerolínea a cambio de 60 millones de euros por temporada. Una locura.
Hasta aquí suena maravilloso a oídos de los responsables de la Euroliga. También se ha planteado que este país del Golfo Pérsico acoja la Final Four, lo que encaja en los planes de expansión del torneo, que esta temporada tendrá un equipo en Londres que disputa la Eurocup. El pabellón en el que se disputaría la Final Four sería el Coca-Cola Arena con capacidad para 17.000 personas.
El problema está en la tercera propuesta. Emirates Group quiere tener un equipo en la Euroliga del futuro. Esto descuadra a los dirigentes de los clubes con Licencia A. Primero por la dificultad en términos de distancia des desplazarse hasta Dubái en un calendario que no da respiro. Pero el problema es que se observa con miedo la posibilidad de que el dinero del petróleo desestabilice el orden natural del baloncesto europeo y encarecería el mercado, tal y como ha pasado en el fútbol. La oferta de patrocinio es tentadora para una Euroliga que con una inversión de este calibre se reforzaría mucho cara al futuro. El problema serían las consecuencias.
Hasta ahora, el acuerdo con Turkish Airlines reporta a la Euroliga unos diez millones de euros por temporada, muy por debajo de los 60 que oferta Dubái. Además la competición se sustenta principalmente por el acuerdo con el grupo IMG (International Management Group) al que vendió sus derechos televisivos en 2016 por diez temporadas a cambio de 870 millones de euros. Ese dinero es el que se reparte básicamente los clubes cada campaña. El contrato con IMG expira en un par de temporadas, pero parece que será renovado.
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