Dani Hierrezuelo, el prestigioso árbitro internacional malagueño de baloncesto, ha decidido colgar el silbato después de miles de partidos, de dar trechas y trechas por el mundo, de llevar su casa metida en una maleta durante muchos meses del año que ha paseado de aeropuerto ... en aeropuerto, de hotel en hotel, de cancha en cancha, batiendo récords y echándose a la espalda con total naturalidad cientos de partidos decisivos, finales de Copa del Rey, 'play off' de Liga Endesa o Final Four… tras una destacadísima trayectoria profesional que ha durado, se dice pronto, 30 temporadas. Y es que hacer realidad los sueños solo está al alcance de unos pocos privilegiados o de los mejores.

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Sin previo aviso –alguna que otra confidencia aparte– esto ha pillado a todos por sorpresa aunque, eso sí, pocos pudieron dudar nunca que cuando llegara el momento Dani estaba llamado a asumir puestos de máxima responsabilidad donde trasladar su sabiduría y experiencia, su impronta en la cancha y conocimiento del juego, el como sabe manejarse ante la dificultad y su capacidad de liderazgo entre compañeros, jugadores y entrenadores, aceptando el desafiante rol de dirigir el arbitraje de la Euroliga, la liga más importante del mundo después de la NBA –esperemos, por cierto, que las circunstancias sean propicias para que el Unicaja pueda volver a formar parte de ella muy pronto–.

Y es que Dani, además de atesorar talento y rigor profesional, se le distingue fácilmente por cualidades difíciles de aprender, como el desparpajo con el que se desenvuelve desde niño en todos los ámbitos de la vida y la empatía e inteligencia emocional con la que se relaciona en su entorno y con los demás, que le acompañan en su día a día pero que también son muy útiles y resultan muy importantes en el contexto del arbitraje, porque permite a los árbitros comprender y considerar las diferentes perspectivas, las presiones y emociones a las que están sometidos los jugadores y entrenadores en cada momento y en cada partido; potencia su capacidad para mantener la calma en situaciones tensas y fomenta a su alrededor un ambiente favorable de respeto y confianza mutua que creará las mejores condiciones para ejercer con la mayor imparcialidad su difícil tarea y tomar decisiones más justas y objetivas.

Pero Dani gana en las distancias cortas, apasionado de su preciosa familia y un amigo leal es además un tipo divertido que sabe disfrutar de los suyos, de nuestras costumbres y de la vida, un gran cofrade de Estudiantes y un nazareno ejemplar. Su compromiso y dedicación contribuyen al crecimiento y desarrollo continuo del deporte en nuestra ciudad y le hacen ser un magnífico embajador de nuestra tierra.

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En el mundo a menudo se pone un gran énfasis en el éxito profesional y los logros materiales, pero es importante destacar a aquellos individuos que, además de alcanzar el éxito en su profesión, poseen cualidades humanas y emocionales excepcionales. Uno de esos individuos es Dani.

Pero esto no puede parar. ¡Enhorabuena, mucha suerte y adelante!

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