Derrota sin paliativos

El primer cuarto evidenció las dudas del Unicaja, que permitió al Zaragoza imponer su ritmo. Solo ocho puntos anotados en este periodo y un equipo que no conseguía imponer su juego llevaron a Ibón Navarro a pedir un tiempo muerto temprano, algo que no es habitual en él. Las constantes rotaciones no lograron encontrar un quinteto competitivo, y el equipo se vio obligado a remar contracorriente.

En el segundo cuarto, a pesar de que el Unicaja igualaba a su rival en muchas facetas del juego, no trajo mejoras significativas en el marcador. El dominio del Zaragoza y la falta de energía del Unicaja se tradujeron en un parcial que acabó siendo demoledor. Kameron Taylor intentó cambiar la dinámica, pero las pérdidas de balón y la falta de acierto mantuvieron al equipo sin respuesta. Con sólo 22 puntos al descanso y 16 de desventaja, los malagueños firmaron una primera mitad en la que nunca fueron reconocibles.

En la segunda mitad, los visitantes intentaron reaccionar. Taylor siguió tirando del equipo y, por momentos, el Unicaja corrió mejor la cancha. Sin embargo, el partido derivó en un intercambio de canastas que favoreció al Zaragoza. Dos triples seguidos de Barreiro no resultaron suficientes para inquietar demasiado a los aragoneses.

En el último cuarto, un triple de Djedovic acercó al Unicaja, que intensificó su defensa y castigó con canastas rápidas los errores del rival. Sin embargo, el equipo había dejado los deberes para demasiado tarde. El Zaragoza, crecido y con confianza, supo gestionar la ventaja ante un Unicaja que nunca terminó de entrar en el partido. Esta derrota refleja las dificultades que le está suponiendo al Unicaja, como ocurriría con cualquier otro equipo tras un éxito importante, recuperar la concentración y el nivel de juego alcanzado en la recién conquistada Copa del Rey.