Otra derrota fea
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Un rival que durante el partido sólo jugaba a los triples, humilló al Unicaja de forma claraEl tiro de tres puntos, que parecía el arma principal del equipo malagueño de cara a esta temporada, acabó siendo ayer la razón principal de la derrota, porque su defensa fue incapaz de frenar, durante muchos minutos de la primera mitad, el único peligro que representaba un Mornar Bar muy desequilibrado, cuyo juego interior no era para asustar a nadie. Lo cierto es que cada partido nos ofrece un nuevo aspecto de la alarmante debilidad del Unicaja.
Ayer nos sorprendió Luis Casimiro dando entrada a Waczynski y Guerrero en su quinteto titular. Como la defensa era más activa que otros días, el equipo malagueño empezó mandando. La siguiente novedad fue la temprana aparición de Nzosa, en cuanto Rubén cometió su segunda falta. Sin embargo, esa mayor intensidad le permitió demasiados tiros libres a los locales, que cambiaron el signo del partido. Entraron cinco hombres del banquillo malagueño, pero su defensa se derrumbó enseguida y el equipo de Montenegro mandaba al final del primer cuarto, tras anotar 28 puntos. En el segundo cuarto, el Unicaja encontró una buena acción de juego en Bouteille y logró frenar la anotación local, aunque para dar la vuelta al resultado necesitaba mejorar en ataque. Luis Casimiro lo intentó dando entrada a Mekel, pero la defensa se descompuso totalmente y tras fallar 9 de sus 12 tiros libres y perder 10 veces el balón, perdía por 19 puntos al descanso, con unos minutos en los que el Unicaja rozó el ridículo.
En el comienzo del tercer cuarto, los locales empezaron a fallar desde fuera y el Unicaja, con un ataque más elaborado, acortó diferencias. Curiosamente, los errores en el tiro no condicionaban el juego local, ya que seguían tirando de la misma manera y en cuanto esos tiros entraron, se frenó la reacción visitante. En el comienzo del último cuarto, Alberto Díaz marcaba el ritmo defensivo y anotaba los tiros. Cuando entró Nzosa, la defensa malagueña vivió sus mejores momentos, pero el esfuerzo defensivo empezó a restar energía para el ataque. La tarea defensiva a lo largo de todo el campo era durísima, porque los tiradores locales hacían también muy ancho el campo.
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