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A poco que nos descuidemos, el bicho arrasa con todo. La búsqueda de fórmulas imaginativas no para de producir propuestas y sesudos protocolos anti-COVID plasmados en documentos más o menos farragosos y de dudable eficacia ante una realidad cambiante. La burbuja le ha funcionado ... a la ACB y le está funcionando a la NBA, pero ni son infalibles ni la solución de todo. Valen para un determinado momento y, a ser posible, en un corto periodo de tiempo pero que siempre acaba pareciendo eterno para quienes las habitan.
La Liga Endesa ya está aquí, y la Euroliga y la Eurocup, cada vez más cerca, todas con sus nuevas normas y reglas para hacer frente a la falta de certezas. Apelar a la prudencia y a la responsabilidad es hacerlo también a la profesionalidad. Por el contrario, parar es desolación y carestía. Y es que seguir con el espectáculo es una cuestión de pura supervivencia para competiciones y clubes, ganar tiempo al tiempo hasta que la tempestad amaine.
Y el Unicaja arranca de nuevo con la ilusión de hacer felices a sus aficionados redoblando esfuerzos para mantener a toda costa un presupuesto competitivo para los tiempos que corren, con un equipo tremendamente españolizado y con una gran representación de su cantera como tantas veces muchos hemos reclamado, lo que ahora nos hace tan felices.
La pretemporada es solo eso y la competición real es lo único que vale, pero nos ha dejado algunas esperanzadoras señales: como la del impacto en el equipo de Francis Alonso, dejando bien a las claras que no quiere dejar escapar esta oportunidad y de cómo pretende encarecer el precio en el reparto de los minutos del perímetro del equipo. Y Yannick Nzosa, un jugador muy joven, pleno de potencial y actitud, aún en proceso de formación técnica y también física, pero que a las primeras de cambio ha dejado en evidencia ya algunas de las carencias en el juego interior del equipo. Teniendo en cuenta además que apunta a una salida precoz a la NBA habrá que aprovecharlo todo lo posible para disfrute de la afición. Elevar el nivel de competencia es lo primero que están ofreciendo estos chicos, lo que hará mejores a todos, y por ende, al equipo.
A la espera de que el lunes se dispute el partido tras el aplazamiento por el positivo confirmado ayer en el equipo, conviene incidir en que el primer rival del calendario es un Joventut renovado en su plantilla y en sus aspiraciones después de su particular travesía del desierto. Ahora toca pegarse a la tele más que nunca, habrá que adaptarse a los tiempos, hacer del pecado virtud a la espera del regreso lo antes posible a las gradas y a una verdadera y añorada normalidad, y no esta, que es de pacotilla.
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