![Un cuarto de siglo del primer triunfo europeo en Málaga del Unicaja](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202010/05/media/cortadas/aniversario1-kFtC-U120367902926TXD-1968x1216@Diario%20Sur.jpg)
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Corrían aires de ilusión, de esperanza y hasta de euforia en ese otoño de 1995 después de una primavera en la que florecieron sentimientos ignotos en el deporte de Málaga. La ciudad andaba sumida en un clima de expectación gracias a un equipo de baloncesto que irrumpió en la élite nacional de forma arrolladora, maravillosa y hasta desconcertante para aquellos que aún desconocían el poder del querer de un Unicaja que alcanzó el subcampeonato liguero en el primero de los numerosos éxitos que lograría en la siguiente década. Esa final propició la participación en la máxima competición continental por primera vez en su historia, la tercera incursión en un torneo europeo después de la Copa Korac del 89 y el 90. Y como ese primer amor para un adolescente en constante ebullición había muchas situaciones por descubrir, entre ellas la de saborear un triunfo como local que no se consiguió en las dos ediciones en las que el conjunto que entrenaba Mario Pesquera compitió allende los Pirineos.
Esa plantilla comandada por Javier Imbroda desde el banquillo y compuesta por jugadores míticos que permanecen indelebles en la memoria de los aficionados tenía el reto de superar una eliminatoria previa para poder jugar la liguilla de la Liga Europea, denominación primigenia de lo que hoy es la envidiada Euroliga a la que el Unicaja aspira a pertenecer en el menor tiempo posible. Al cuadro malagueño le tocó en suerte un rival procedente de uno de los lugares más prolíficos del baloncesto europeo, Zagreb, pese a que el nombre del equipo, el Zrinjevac, no estaba entre los grandes del continente.
Y ese Unicaja con tanta ambición como demostró la temporada anterior dejó sentenciada la serie ya en el partido de ida al vencer en Croacia por 70-85. Solo quedaba rematar la faena en Ciudad Jardín un 5 de octubre de 1995, fecha para los anales del club al producirse la primera victoria como local en competición europea. El resultado fue de 80-66, confirmando la superioridad en la cancha y asaltando un hito que hoy merece ser destacado por lo que supuso para la posteridad. Fue la primera piedra de un edificio que se construyó lenta pero inexorablemente año tras año.
Son muchos los aficionados que tienen idealizado ese 1995 por todo lo que se consiguió, por todo lo que llegó a transmitir ese equipo de cantera rodeado de grandes jugadores nacionales y extranjeros y por todo lo que supuso para el Unicaja en particular y para Málaga en general, incluido ese sueño de jugar en un Palacio de los Deportes que empezó a pergeñarse desde entonces.
Esos aires de grandeza imbuidos de una modestia natural arrastró a un sinfín de personas que primero llenaron Ciudad Jardín y posteriormente un Martín Carpena convertido hoy en uno de los templos del baloncesto español, preñado de gestas y de hazañas en este cuarto de siglo que ha transcurrido desde entonces.
Estos veinticinco años de la primera victoria europea como local del Unicaja han transcurrido vertiginosamente, ya que desde ese 1995 no ha dejado de competir ininterrumpidamente en Europa en cualquiera de sus competiciones.
No hay que olvidar, no obstante, la muesca en la trayectoria ascendente del equipo que realizó el Caja Ronda de Pesquera, que empezó a alumbrar un porvenir ciertamente ilusionante. Ahí está su debut europeo un 27 de septiembre de 1989, frente al Trane Castors belga, con el que cayó en casa (75-80) y superó en la vuelta (65-67), pero por una diferencia escasa que no le permitió avanzar. Lo intentó al año siguiente contra el Charlotemburgo alemán, con el que perdió los dos partidos (88-77 y 68-74).
El equipo malagueño tuvo que esperar un lustro para cerciorarse de su capacidad para superar obstáculos tanto en la Liga española como en un torneo europeo, y ese equipo de Imbroda, Nacho Rodríguez, Curro Ávalos, Gabi Ruiz, Dani Romero, Ricardo Guillén, Alfonso Reyes, Ansley, Miller, Babkov, etc, alcanzó la cima continental cuando se enfrentó a clubes que solo podía ver por televisión.
Por Ciudad Jardín desfilaron el CSKA Moscú, el Olympiakos o el Benetton, realizando además el Unicaja un papel destacado pese a que no pudo superar la liga regular. Pero sembró una semilla que floreció pocos años después en forma de títulos y cuyo aroma de éxito aún se deja sentir un cuarto de siglo después.
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