El Unicaja es un equipo noqueado

¿Era el problema Luis Casimiro? Pasados unos partidos de 'efecto Katsikaris', con el techo en la imagen ofrecida en la Copa de Madrid, este equipo se parece cada vez más al de la peor etapa sufrida con el técnico manchego, la racha de trece derrotas en catorce citas (casi toda bajo su dirección) que no recordó tampoco en su alegato de la víspera. La fragilidad defensiva de este Unicaja no le permite competir, y la desconfianza agarrota a todos sus jugadores. El presente es negro y la crisis institucional dibujo un futuro inminente aún con más nubarrones.

La primera parte del Unicaja recordó el padecimiento de hace una semana en Tenerife, con el equipo demasiado fuera del partido casi todo el tiempo y, lo que es más preocupante, sin ese paso adelante en defensa que reclamaba ya Fotis Katsikaris en la víspera. El técnico griego no descubrió la pólvora cuando recordó que las bajas de Suárez y Nzosa (no tanto la de Mekel) agravan sobremanera las carencias de una plantilla ya de por sí con pocos argumentos para encajar pocos puntos en los partidos

Sin cambios en la primera unidad los primeros cinco minutos, el Unicaja al menos al principio mantuvo el pulso anotador ante un Zaragoza al que le salía todo, y que cerró el primer cuarto con 10/15 en tiros de campo. Thompson y Brizuela (que se tuvo que sentar pronto con su segunda falta), una vez más, sostenían a los locales, pero en el Zaragoza cualquiera hacía un roto a la defensa. Daba igual el dorsal.

El primer parcial acabó con 16-27, con cinco puntos seguidos de Benzing, incluido un triple agónico sobre la bocina. Era la máxima del momento para los visitantes. Cuatro pérdidas del Unicaja, dos de Thompson, también hacían mella. Y la cosa no mejoró después, pese a una curiosa acción con cuatro rebotes ofensivos y canasta de las huestes de Katsikaris. El buen papel de Barreiro, ese ala-pívot que tuvo el Unicaja casi fichado, que se fue a los diez puntos, y el de Wiley llevaron la máxima a veinte (26-46). Entre medias, una técnica a un Katsikaris desesperado y que la tomó con Carlos Pérez, que también arbitró en la polémica derrota ante el Barça de la Copa: «¡Sí Carlos, es así... Ya me acuerdo de la Copa!», le espetó fuera de sus casillas.

Con 2/12 en triples el Unicaja no podía ir a ningún lado, frente a un Zaragoza que lanzó doce tiros libres y los aprovechó todos. La mejor noticia fue llegar al descanso trece abajo (33-46) después de un 7-0 de parcial. ¿Podía haber partido?

El único momento en el que el Unicaja llegó a creer en la remontada fue al poco de comenzar el tercer cuarto, cuando redujo a la mitad la losa que tenía encima no hace mucho. Se puso a diez (37-47) tras una canasta de Waczysnki y un contraaque de Guerrero. Fue un espejismo. El Zaragoza volvió a ponerse las pilas y se hartó de anotar en acciones debajo del aro mal defendidas. Un 2-16 de parcial devolvió a los locales a la cruda realidad y finiquitó el choque de forma definitiva (39-63).

El cuadro maño se fue a los 75 al final del tercer cuarto, promediando los cien. Habían llegado los minutos de la basura. Poco de lo que sucediera desde entonces tenía interés, más allá de salvar algo que parecía imperdible, el 'basket average' (tras el 63-92 de Zaragoza, +29). Para el Unicaja el único bálsamo fue jugar sin público y librarse de la tensión de unos instantes que podrían ser realmente insufribles. Le quedan seis partidos al cuadro malagueño, con un calendario difícil y que puede además obligarle a jugar tres citas en sólo una semana para ponerse al día de aquí a mediados de mayo. Con todo, así las cosas, ¿jugar los 'play-off' para qué?